Del tema Motorland no se puede hablar en serio. Sólo cabe el sarcasmo ante los argumentarios de quienes todavía defienden esta invención que viene privando a los bajoaragoneses de una pasta imprescindible para otras acciones más necesarias y rentables. Ahora hay que aferrarse a la ironía al oír a José Angel Biel reaccionar cabreadísimo ante las revelaciones del contrato secreto con Dorna, advirtiéndole al PP que el PAR no tolerará que le den la vuelta en asuntos (y dineros, ¿no?) que son coto privado del regionalismo baturro. Qué machote.
Motorland es un barullo económico. Allí se han movido y mueven decenas y aun cientos de millones de euros del contribuyente sin ninguna transparencia ni respeto por la normativa que regula la contratación pública. Tras invertir una cantidad imprecisa en construir los circuitos e instalaciones (no menos de 120 millones), hay que meter cada año nuevas cargas de panoja. Sabemos que un sólo GP de motos sale en total (el canon de Dorna, los equipamientos, el personal, los seguros, la publicidad) por unos 10-15 millones. Y en el futuro esa cifra crecerá mientras los presupuestos de Aragón encogen. ¿De dónde ha salido y sale este caudal aparentemente inagotable? Eso debieran explicarnos al detalle. Nos enteraríamos entonces de cómo se están esfumando, por ejemplo, buena parte de los fondos especiales asignados a Teruel. Y nos moriríamos de la risa.
Se habla, claro, de que cada carrera de motos produce importantes retornos. Pero normalmente los cálculos al respecto son tan disparatados que sólo valen como broma. En realidad, el negocio es pésimo para Aragón aunque tal vez sea mucho mejor para quienes lo manejan directamente. Fundirse diez o doce kilates en un fin de semana con el pretexto de dar actividad a la hostelería y las gasolineras de la zona es puro cachondeo. ¡Ah!, y no nos olvidemos de los puestos de trabajo. ¿Cuantos empleos reales y de nueva creación hay en Motorland? ¿Qué pasa con esas fantásticas empresas cuya llegada se anuncia a bombo y platillo pero de las que luego no sabemos nada? Esto, amigos míos, es puro chiste. Eso sí, cada carcajada sale por un huevo.
JOSÉ LUIS Trasobares 29/02/2012
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