Pues es verdad! Justo cuando Gran Scala pasa a un lugar de honor en el anecdotario baturro, prende en Madrid y Barcelona (alternativamente) otro proyecto para hacer una ciudad dedicada al ocio, el juego y el bisneo. Un millonario, Sheldon Aston, con intereses en Las Vegas, Macao y otros enclaves del vicio global, recorre España subastando entre los jefes de las grandes urbes su plan para hacer un macrocomplejo de hoteles-casino y demás virguerías. Pide poco: suelo gratis, infraestructuras, apoyo, vacaciones fiscales y el derecho a pagar unos sueldos de auténtica y genuina mierda a los 260.000 currelas que, dice, tendrán allí un lugar donde realizarse. Imagino que el tal menda se enteró de la aventura de sus colegas de ILD, y debió pensar que si en España somos capaces de ponerles alfombra y Salón de la Corona a los chicos de Dedé La Sardine, ¿qué no lo concederemos a él, que es un capo de verdad?
No tenemos remedio. ¿Quieren ustedes creer que tanto en Barcelona como en Madrid la propuesta del tal Aston ha sido acogido con interés? Por lo visto nadie va a tener en cuenta ni la experiencia aragonesa (que sí, vale, fue cosa de cuatro echaosp'alante) ni la de Ciudad Real (donde el reclamo del Cesar's Palace desencadenó primero la fiebre y luego la ruina). Tanta memez servirá de consuelo a los honestos zaragozanos que temblaban de gozo en la presentación de Gran Scala.
En España y Aragón acudimos prestos a cualquier señuelo dorado. Respetables gangsters, operadores de los paraísos fiscales, cuentistas, traficantes... todos vienen con sus quimeras y sus trampas y a todos damos la bienvenida. Valencia, ojo al dato, va a dejar la gestión de gran parte de su sanidad pública en manos de un fondo de capital riesgo británico con sede en Luxemburgo. ¡La sanidad!
¿Pero cómo pueden los responsables de las instituciones meterse en semejantes aventuras?, se pregunta la asombrada ciudadanía. Pues, amigos, porque cuando hay tantos millones en danza, tanto listo y tanto negocio, a nuestros jefes se les hace el culo gaseosa (dicho sea con el mayor de los respetos) y se arriman a lo que sea. Por el bien común, naturalmente.
JOSÉ LUIS Trasobares 17/02/2012
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