Qué retorcidas se han puesto las cosas. Fíjense ustedes que el
Gobierno conservador anda ahí intentado limitar el derecho al aborto.
Pero si un varón aragonés en edad y estado fértil quiere evitar el
riesgo de un embarazo involuntario... tendrá que esperar más de cuatro
años a que le hagan una simple vasectomía, que es una intervención tan
sencilla como rápida. Bueno, antes de entrar en lista habrá que ir de un
centro sanitario a otro hasta dar con el adecuado. Lo probable es que
se harte y, caso de tener la pasta necesaria, se vaya a una clínica
privada donde será llegar y engranar.
Seguro que hay quien
considera esta circunstancia irrelevante. Existe una forma de argumentar
que desprecia cualquier dato o noticia por el tramposo procedimiento de
compararla con otra peor todavía o relativizarla en función de esta
nueva realidad poscrisis, que ya no deja margen ni a los pequeños
derechos... ni a los más importantes. Desde esa perspectiva, una
vasectomía puede considerarse pura frivolidad cuando las listas de
espera en la sanidad pública aragonesa han aumentado de manera
insufrible, y miles de personas esperan largos meses y aun años a que
les pongan una prótesis de rodilla.
La semana pasada, los
responsables del Salud abrieron al fin una planta del Servet
(previamente clausurada) a fin de descongestionar las Urgencias. Lo
hicieron sacando pecho y con una especie de despectiva soberbia, como si
otorgasen una merced muy por encima de los merecimientos del pueblo. En
otro servicio público fundamental, la enseñanza, los padres del colegio
Sáinz de Varanda consiguieron abrir la tercera vía tras semanas de
movilización ininterrumpida. En esa sucia guerra de desgaste que los
gestores de la cosa pública libran contra la ciudadanía, esta debe ganar
cada batalla a costa de inauditos esfuerzos. Para que luego mujeres y
hombres públicos se lleven las manos a la cabeza cuando les imputan por
presuntas (malas) acciones o (desidiosas) omisiones. Pero no se agobien.
Tampoco se extrañen si les dejo unos pocos días. Me voy a hacer unos
recados y enseguida vuelvo con la matraca.
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