A diario, la información económica se viste de fiesta multicolor mientras gran parte de la opinión pública contempla el show con inevitable y sabia incredulidad. Pero esa escenificación aún inspira confianza a Mariano Rajoy
(y a muchos de los suyos), convencido de que el incremento del PIB y la
expansión del empleo (precario y mal pagado) serán suficientes para
convencer a los electores de aquí al otoño. Eso, y la monserga sobre las
amenazas que el populismo leninista-bolivariano (¡Virgen
Santísima!) representa para nuestra maravillosa democracia
constitucional. Se aferran en el PP (y en los poderes fácticos y en
algunos círculos del PSOE) a la primacía de la ortodoxia económica y la corrección política sobre cualquier otra cosa. Siguen sin enterarse.
El auténtico problema está en la corrupción que hemos padecido y
padecemos. Frente a ese tsunami de mierda y mentiras que arrasa España
de punta a cabo, cualquier consideración sobre los riesgos que comporta
el auge de Podemos&Cía carece, hoy por hoy, de peso. En el futuro,
ya veremos.
El personal sabe que lo público ha sido malbaratado a
beneficio de las grandes constructoras, los grandes bancos, las
compañías eléctricas, las petroleras... Está abrumado al intuir la forma
en que la asociación entre las altas burocracias políticas y
empresariales reventó las cajas de ahorro tras un saqueo del que apenas
hemos sabido la mitad de la mitad... Está indignado al darse cuenta de
que las responsabilidades entran en una especie de ruleta legal en la
que tan pronto parece que se hará justicia, como ésta queda difuminada
tras una pantalla de prescripciones, retrocesos de la fiscalía o
de los propios magistrados, excepciones y ausencias... Está atónita al
darse cuenta de que sólo los trabajadores por cuenta ajena pagan
impuestos de verdad, mientras las grandes fortunas y las
sociedades en general viven en condiciones fiscales casi paradisiacas (y
además defraudan).
Pero lo que más saca de quicio a la gente es
ver cómo se le ríen en la cara, cómo la torean a punta de desfachatez,
cómo la amenazan si osa votar a quien no debe... Eso es lo peor.
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