Tras contemplar cómo la Fiscalía y el Tribunal Superior de Cataluña salvaban el pellejo político de Mas,
elevándolo graciosamente a los altares del patriótico martirio, volver
los ojos a la actualidad zaragozana viene a ser como saltar (hablando en
términos teatrales) de un esperpento valleinclanesco a un festival
escolar. Conste que don Ramón describía muy bien los arquetipos
españoles (y por ende catalanes) porque le pegaba al hachís (o eso dice
su nieto), y el THC le permitía observar nuestras cosas con lucidez. De
todas formas, tras varios días empantanados en los misterios emocionales
de la cuestión nacional, hablar de lo municipal y espeso tiene
su gracia. Sobre todo cuando tenemos al Ayuntamiento cesaraugustano
señalado por la sombra del crucifijo. De aquél que Belloch hizo suyo, se entiende.
Siempre sospeché que la sacra imagen, traída y llevada por Juan Alberto
a los plenos, tenía unos poderes enrevesados. Pero de la sospecha pasé a
la certeza cuando el entonces alcalde, en vísperas electorales, le
pidió a Dios que no le obligase a pactar con la izquierda... y el
Altísimo le recetó justo lo contrario (para desgracia del PAR, que
desapareció del Concejo). Ahora estoy seguro de que una mano
omnipresente guía (y retuerce) la vida política zaragozana,
infantilizándola hasta un nivel de guardería.
Lo de la presencia
de los concejales en los actos religiosos, por ejemplo, ha tenido un
desenlace graciosísimo. El PP, el PSOE ¡y CHA! votaron contra ZeC (cada
uno por un motivo, conste) y Ciudadanos, a favor (¿ramalazo laico, o
despiste?). Santisteve se cayó con todo el equipo, no se sabe si
queriendo o sin querer. Y los más cachondos se frotaban las manos
anticipando lo que puede ser el debate de los presupuestos si todos
siguen en este plan.
Como yo no tengo hijos, suelo ser muy mal
espectador de los festivales fin de curso. Al momento, las chiquilladas
me cansan. Además, en el caso que nos ocupa, esperaba más, mucho más, de
ZeC, como también del PSOE y de CHA. No entiendo lo que está pasando en
el Ayuntamiento de Zaragoza. Por eso ando mosca... ¿Será el crucifijo
de Belloch?
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