El ADN quincemayista de Podemos provoca en ese partido y en las
plataformas donde está presente una clara aversión hacia las
negociaciones políticas. Porque los pactos urdidos en el secreto de los
despachos son la consecuencia de un chalaneo en el que cada interlocutor
sólo mira por lo suyo. Es lo que suele denominarse el cambio de cromos. Por eso, porque las cosas han venido siendo así (a veces más, a veces menos), la gente con pretensiones alternativas intenta poner en escena un nuevo mecanismo más transparente, limpio y participativo. Bien.
De entrada, en las autonómicas y municipales, Podemos se topó con lo
que era previsible: debía pactar para gobernar... o para apoyar
gobiernos que dejasen fuera al PP. En Aragón, Echenique y Santisteve
quisieron retransmitir en directo por internet las negociaciones, y
desde el primer minuto se negaron a vincular cualquier acuerdo para la
DGA con el que pudiera lograrse en el Ayuntamiento de Zaragoza (absurdo
criterio, que ya está siendo rectificado). CHA, en una especie de
réplica no exenta de ironía, convocó las conversaciones con ZeC en un
banco de la Plaza del Pilar. Objetivamente, era una manera de abrir las
ventanas y hacer la luz sobre lo que cada cual proponía y aceptaba. No
obstante, la inmensa mayoría de la población fue incapaz de seguir aquel
serial, y al final las negociaciones llegaron a su desenlace por la
simple fuerza de la gravedad: ni el PSOE ni Podemos ni CHA ni IU podían
permitirse el lujo de tirarse los trastos a la cabeza y abrirle la
puerta a la derecha.
Ahora, cuando la gestión institucional alcanza su velocidad de
crucero, hay que pactar cuestiones muy peliagudas, sobre todo los
presupuestos respectivos. Y ahí Podemos y sus aliados vuelven a
modificar las viejas reglas. Aparentemente no quieren negociar acuerdos
previos sino trasladar el debate a las Cortes de Aragón o al pleno
municipal de Zaragoza (y de otros ayuntamientos). Por eso ZeC se
adelantó con el tema del IBI, exponiéndose a sufrir un desgaste que
habría evitado apalabrando previamente un arreglo con PSOE y CHA (lo
cual ocurrirá de todas formas, pues el margen de maniobra es escaso y
las diferencias mínimas). Por eso también Echenique quiere ir
directamente a discutir en las Cortes las cuentas aragonesas del 2016.
En crudo, sin tantear antes a Lambán y Gimeno.
Sí. Los pactos han de ser transparentes al cien por cien y orientarse
al interés de la mayoría, no al cambalache entre partidos. Pero en todo
caso deben existir. Para lo cual los afectados tienen que sentarse,
confrontar sus posiciones y unificar criterios. Lo cual vale para antes,
durante e incluso después del debate público. Lo valiente no quita lo
cortés; ni lo correcto, lo útil.
JLT 18/10/2015
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