Oigo todo tipo de profecías en relación con el futuro del PAR. Para algunos, el pacto con el PP, tan ambicioso, es el principio del fin de una formación que acabará integrándose de una u otra manera en la gran derecha. Incluso los hay (en las filas que Rajoy y Rudi) convencidos de que los regionalistas a estas horas no son nada o van camino de nada, por lo que no se entiende tanta concesión en el pacto actual y tanta monserga.
Como la gente tiene la memoria cortísima y elude refrescarla, nadie recuerda lo sucedido en 1995-1999. Aunque podríamos repasar otros ejemplos para comprobar que, bien administrada, la presencia de una formación de enfoque regional e ideología de derechas puede sobrellevar con éxito una estrecha colaboración con el Partido Popular. Hay un punto en que los osos, cuando abrazan, no pueden presionar más y sus zarpas crean un hueco donde cabe mantenerse a salvo. Fíjense en Unión del Pueblo Navarro (UPN). Estuvo prácticamente integrada en el PP (aunque impuso su marca en Navarra). Pero un buen día rompió con los populares, se separó a todos los efectos y hoy gobierna su Comunidad de la mano del PSOE, que ya es decir. Claro que UPN es mucha UPN (electoralmente hablando) y Navarra es mucha Navarra (un territorio capaz de sostener su régimen foral durante el último siglo y medio defendiéndolo con las armas). En Aragón estamos a años luz de ese temple y esa voluntad, así que el PAR nunca ha pasado de ser un aliado menor de los conservadores. La otra vez, cuando éstos dejaron a los regionalistas disponer de un escaño en el Congreso de los Diputados (algo muy similar a lo que se pretende ahora), el representante regionalista coló a sus compañeros de viaje una serie de enmiendas a los presupuestos que beneficiaban de forma notable a Aragón. Luego, la maquinaria del PP corrigió el despiste y eliminó las citadas enmiendas. El PAR templó gaitas y disimuló la afrenta. Pero más tarde se vengó yéndose con los socialistas. Puro juego.
Ahora, la gente de Biel vuelve a jugar fuerte. Habrán de cuidar mucho cada envite. Es muy difícil encontrar ese hueco entre las garras del oso.
J. L. Trasobares/El Periódico de Aragón/martes 12.07.2011
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