El domingo EL PERIÓDICO tituló que Chacón estaba ganando terreno en la pugna por la secretaría general del PSOE. Pero ayer El País aseguró que era Rubalcaba quien había cogido ventaja. Mientras, las agrupaciones socialistas elegían sus delegados al futuro congreso de su alicaído partido. En Zaragoza, estas asambleas han contemplado otros tantos éxitos del aparato, que ha controlado todo sin despeinarse, salvo en Delicias, ya saben, donde la minoría renovadora, ¡encabezada por el exdamasco Antonio Piazuelo! le pegó un pellizquito a su amigo (y concejal) Roberto Fernández. ¿Debate, dicen? Escasísimo, por supuesto. En algún caso la sufrida militancia reclamó un poco de discusión previa y el jefe que moderaba la reunión dijo: "Bueno, pero cinco minutos. Que aquí, en realidad, ya está todo dicho". Genial, ¿no?
Yo sé que el PSOE vive ahora un proceso muy interno, muy... orgánico. Pero la confrontación Chacón-Rubalcaba tiene tan escaso interés para la opinión pública, es tan floja, de tan poco contenido y tan ridícula en la caracterización de ambos aspirantes, que uno se pregunta si en ese partido son conscientes de lo que se están jugando. Muy pronto van a perder el gobierno de Andalucía, luego ocurrirá lo mismo en Euskadi. Y estaremos ante una situación inédita en la actual etapa democrática: se habrá desequilibrado la relación de fuerzas entre los dos partidos mayoritarios, el bipartidismo dejará paso a un sistema dominado por un solo partido hegemónico, el PP.
Las diferencias entre Chacón y Rubalcaba hay que buscarlas en los detalles: que si ésta es joven y el otro viejo, que si catalana y mujer, que si castellano y varón... De alternativas ideológicas y políticas, casi nada. Este mismo fin de semana el francés Hollande, candidato socialista a la presidencia, presentó un programa de lucha señalando a la oligarquía financiera como enemigo a batir y exigiendo tolerancia cero ante la corrupción. Corrupción, sí. Algo de lo que ninguno de los candidatos a dirigir el PSOE suele hablar.
Algunos socialistas creen que basta con aguantar cuatro años y esperar que funcione el sistema de los vasos comunicantes electorales. Pobrecillos.
J. L. Trasobares/El Periódico de Aragón/martes 24.01.2012
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