Bueno, parece que Rajoy no quiso que se le fuese vivo el 2011 sin darse a entender por la tremenda. Vísteme despacio que llevo prisa, pero a mitad del ceremonial ya ha avisado de lo que nos espera. Sueldos a la baja (y las pensiones, en realidad, también) e impuestos al alza (incluidos el IRPF y el IBI, que ya veremos cómo les aplican el criterio de progresividad).
Don Mariano está aterrizando en el Gobierno más bien despacio (aunque no tanto como su conmilitona doña Luisa Fernanda, la presidenta de Aragón, gran especialista en dormir el reloj). Todavía le quedan en algunos ministerios cargos de la era Zapatero. ¿Y cómo se puede gobernar y tomar medidas sin controlar todo el aparato administrativo? Pues tirando por la calle de enmedio.y tomando las decisiones en petit comité. Total, si sólo se trata de congelar salarios...
Es curioso que, mientras nos cae encima el ajuste, los sueldos objeto de mayor atención son los del Rey, los presidentes de las Cámaras, el ídem del Tribunal Supremo, el del Gobierno de la Nación y otros personajes de similar nivel. A mucha gente le parece bien que don Juan Carlos se lleve lo que se lleva, pero le jode cantidad que un concejal-delegado de su ciudad se levante tres mil o cuatro mil euros al mes (bastante más si es de Zaragoza). Se podría argumentar que el inquilino de La Zarzuela tiene un trabajo muy etéreo (a veces parece reducirse a esquiar, cazar o ir en yate), mientras el munícipe a lo mejor se mete un tajo de diez horas diarias. Pero el Rey lo es por algún alto designio y vive en palacios inaccesibles, en cambio los ediles son personas tan corrientes como cualquiera de nosotros y están a tiro de nuestras envidias y manías.
¿Gana mucho o poco nuestro Monarca? No sé. Lo único cierto es que a los presidentes de las repúblicas los elige el pueblo y a los reyes, no. Tampoco tengo mayores objeciones que hacer a los sueldos de los políticos. Lo que me resulta atroz es que el salario mínimo interprofesional esté congelado en poco más de seiscientos euros al mes y que en estos momentos los mileuristas se hayan convertido en privilegiados. Ésa es la gran cabronada.
J. L. Trasobares/El Periódico de Aragón/martes 03.01.2012
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