Es cierto. Lo que estamos viviendo en jornadas como la de ayer es un proceso de acumulación de fuerzas de tipo clásico. El cabreo popular, azuzado por las políticas del Gobierno Rajoy, está superando las limitaciones iniciales de sindicatos y fuerzas de izquierda. De repente, Toxo y Cándido, como Los Julianes de Aragón, vuelven la vista atrás en las manifestaciones y ya no ven a los habituales desfilando desangelados con cara larga, sino muchedumbres indignadas y cada vez más combativas. Don Mariano y los suyos se han empeñado en tener su huelga general y la tendrán. La gente no va permitir que le quiten por las buenas derechos ganados en la lucha a lo largo de varias generaciones.
Naturalmente, los analistas de la derecha argumentan que el PP tiene detrás los votos y por tanto una legitimidad plena y absoluta que nadie puede desafiar en la calle. Pero ésa es una visión incierta e incompleta de la democracia. El Estado de Derecho moderno es Social y se fundamenta no sólo en las urnas (aunque las urnas sean imprescindibles) sino en la participación y la actividad organizada de la ciudadanía. Un sistema democrático digno de tal nombre implica derechos individuales y colectivos, garantías jurídicas de tales derechos, independencia real de los poderes y los contrapoderes, un sector público capaz de garantizar el bienestar de la población, hegemonía de la soberanía popular sobre los grupos de presión económica, un diálogo permanente y sincero entre administradores y administrados... Si no se dan estos factores complementarios, la democracia pierde intensidad.
Así que la protesta forma parte del juego. Rajoy tiene detrás muchos votos (aunque menos, ya ven ustedes, de los que tenía Zapatero en el 2008) pero debería tentarse la ropa antes de seguir por donde va. Las cúpulas de la propia Unión Europea también habrán de andarse con mucho cuidado. Ayer, mientras millones de trabajadores y estudiantes se manifestaban desde Bruselas a Lisboa, el BCE ofrecía otro medio billón (con b) de euros a la banca de la eurozona. Dinero al uno por ciento para engrasar el negocio financiero. Como para no cabrearse.
JOSÉ LUIS Trasobares 01/03/2012
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