El último Ejecutivo de la era Iglesias-Biel puso Aragón
al ralentí. Falto ya de ideas y con la crisis poniendo en evidencia no
pocas de sus iniciativas anteriores, se dejó llevar por la inercia.
Entre tanto, el PSOE preparaba y ejecutaba con suprema incompetencia el
desembarco de la heredera Almunia y el PAR proyectaba su
cambio de chaqueta, visto que el PP venía crecido. Esto pasó mientras la
Tierra Noble compartía con el resto de España el estallido de la
burbuja inmobiliaria, el terrorífico aumento del desempleo y la
evidencia de que ni las instituciones ni la sociedad organizada
disponían de alternativas tácticas y menos aún de objetivos
estratégicos. Todo iba mal y muchos pensaron que era imposible pasar a
peor. Se equivocaron.
El actual Gobierno aragonés, PP-PAR, se ha
limitado a parar el motor, sacar la llave del contacto y sentarse en los
asientos de detrás a ver si el tinglado vuelve a funcionar por sí solo.
La Comunidad Autónoma ha entrado definitivamente en un periodo de
parálisis, en una quietud absoluta sólo rota por el estrépito de los
EREs. El acto oficial celebrado el pasado 23 de Abril en La Aljafería
certificó de manera rotunda que aquí no hay programas ni criterios ni
iniciativas... ni siquiera una visión mínimamente realista de cómo hemos
llegado a la situación actual. Discursos adobados con los consiguientes
jeronimoszuritas, compromisosdecaspe, pactosdelagua, joaquinescostas y
otros tópicos describieron el encefalograma plano de nuestros presuntos
líderes. Por desgracia no sólo ellos están KO. El resto del Sistema,
incluidos los más señeros poderes fácticos, también duerme el sueño de
los justos.
Luisa Fernanda Rudi preside un extraño equipo dedicado a un no menos extraño juego. Su pretensión de poner orden
en la administración autónoma ha derivado en un barullo de ceses y
nombramientos que ha tenido un alto coste (en dinero del contribuyente) y
ha desorganizado más todavía las plantillas del sector público. Los
consejeros, por su parte, pretenden hacer virtud del ajuste y la
inactividad. Se inventan iniciativas tan abracadabrantes que en las
reuniones de trabajo los propios directores generales o los responsables
de servicio quedan alucinados por las ocurrencias de sus respectivos
jefes.
¿Adónde va Aragón? ¿Qué queremos hacer con esta tierra?
¿Cómo esperamos poner en marcha un proceso de desarrollo sostenible? No
hay respuesta inteligible. La obsesión por reivindicar el Pacto del Agua
pese al evidente fracaso de casi todas las obras de regulación llevadas
a cabo en los últimos tiempos pone de manifiesto la impotencia creativa
y la obstinación de quienes, por ejemplo, insisten en recrecer Yesa
pese a los problemas y el tremendo gasto que supone la inestabilidad del
terreno.
El motor parado y cuesta arriba. Sí, esto es la crisis.
JOSÉ LUIS Trasobares 29/04/2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario