Tal día como hoy se proclamó la II República. En ella cristalizaron todos los impulsos de cambio, renovación, libertad y justicia que se habían ido acumulando durante el primer tercio del siglo XX. Luego, del 31 al aciago 36, España basculó entre la reforma, la revolución y la reacción, hasta que esta acabó imponiéndose a sangre y fuego. Con la República se fueron las esperanzas de un pueblo que había osado soñar con un futuro digno en el que la igualdad y la modernización borrasen siglos de negrura, ignorancia y tiranía. De tan violento trauma todavía quedan secuelas (perfectamente reconocibles) en nuestro subconsciente colectivo.
Ya disculparán los de la contra, pero a mí me educaron en la nostalgia de aquella Republica debelada por el fascismo. Por ello veo con simpatía los actos que se celebran en Zaragoza cada 14 de abril. En este habrá sucesivos homenajes a las víctimas de la Guerra Civil y de la represión franquista en el cementerio de Torrero (a las 12 del mediodía, la de la Agrupación Socialista de Torrero; a las seis de la tarde, la que convoca la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica de Aragón, con la participación de varias organizaciones vecinales y culturales), además de la tradicional cena republicana que tendrá lugar a las nueve de la noche, en el 43 de la calle Granada, organizada por la Asociación de Vecinos de Venecia. Actos similares van a tener lugar en otros lugares de Aragón, una tierra que sufrió de forma particularmente intensa las consecuencias de la sublevación reaccionaria, de la posterior confrontación armada y de la brutal dictadura.impuesta por los vencedores. Aquello nos infectó con el virus del temor, la insolidaridad y el atraso. Los mejores murieron o se fueron. Y un país que había llegado a los años Treinta en pleno proceso de acumulación de energías, perdió pie y fue forzado a retroceder sobre sus pasos.
¿Qué tiene que ver todo esto con la actualidad? Más de lo que parece. Porque en estos momentos (cuando no amenazan los cañones nazis sino la prima de riesgo) emerge un nuevo plan para empujarnos otra vez hacia atrás. La República no es solo un recuerdo, es un símbolo.
JOSÉ LUIS Trasobares 14/04/2012
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