Hay que ahorrar. Lo dicen los jefes. España arrastra una deuda acojonante que es mayoritariamente privada y que se generó a lo largo de un proceso especulativo manejado por los traficantes del suelo, las grandes inmobiliarias y la Banca, con la colaboración necesaria, eso sí, de unos políticos incapaces o corruptos. Es preciso pagarla y hacerlo de tal forma que la oligarquía financiera siga ganando dinero, el Estado deje de prestar servicios y la pasta la pongan los trabajadores, los contribuyentes honestos, los que cumplen... o sea, los pringados de siempre.
Estoy impresionado. Acabo de oír al gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, exigir más reforma laboral, más ajuste y más deshueve financiero. Teniendo en cuenta que este fulano ya estaba al frente del organismo regulador durante la época en que se incubó la tormenta económica actual, me parece increíble no ya que diga lo que dice sino que conserve el puesto. Pero éste es el signo de los tiempos, a menos, claro, que la gente de la calle se harte y ponga las cosas en su sitio.
Rajoy habla poco y cuando lo hace es incapaz de concretar nada (lo cual podía entenderse al inicio de su campaña electoral, mas no ahora, cuando gobierna un país asediado por la prima de riesgo y el diktat germano). Sus conmilitones (doña Rudi, la primera) aseguran con aparente seriedad que bastará con ser creativos y evitar duplicidades para taponar el agujero de diez mil millones que piensan hacerles a la Sanidad y la Educación públicas. Aguirre, la presi de Madrid, ha inventado algo no menos genial: tumbar las autonomías, vaciarlas de contenido y volver a los viejos tiempos del estricto centralismo. Estamos en pleno viaje al pasado. ¡Y luego dirán que eso de la memoria histórica es un atraso!
Pero ningún prócer plantea, por ejemplo, sancionar a las compañías que operan a través de paraísos fiscales, o acabar con las misiones exteriores que movilizan a tres mil soldados españoles a un altísimo coste, o recortar el paquetón que se lleva todos los años la Iglesia Católica. Claro, si el grueso de la población ahorra (a su pesar) alguien tendrá que llevárselo, ¿no?
JOSÉ LUIS Trasobares 11/04/2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario