Nos indignamos porque el obispo de Alcalá dijo (¡en TVE!) cosas horribles sobre los homosexuales, o porque el alcalde de un pueblo almeriense ha decidido quitarle al teatro municipal el nombre de Rafael Alberti argumentando que "no vende". Añadan a este desfile de horrores verbales la increíble salida de la diputada del PP en las Cortes de Aragón, María José Ferrando, según la cual "los de izquierdas son muy morbosos... con esa obsesión suya de buscar cadáveres por las cunetas". Pero semejantes desahogos ultrarreaccionarios tampoco deberían extrañarnos, pues describen a la perfección esa manera de ser de la gran derecha española que fue y es absolutista y servil, carlista, conservadora, clerical, fascista en los ademanes y nacional-católica en el fondo. Semejante delirio ideológico sigue ahí, rugiéndonos, por otra razón no menos simple: el proceso revolucionario puesto en marcha a escala global por los neocones necesita imperiosamente visiones autoritarias, salvajes, retrógradas, alejadas de cualquier tentación relativista. Si la gente ha de meterse entre pecho y espalda los ajustes, será preciso llevarla al redil por las malas; si la ciudadanía se rebela ante el empobrecimiento que le decretan, habrá que ponerla en su sitio. A la postre, fue en el ensangrentado Chile de Pinochet donde la escuela económica de Chicago llevó a la práctica sus primeras teorías sobre el estado de shock.
La España que añoran el obispo, el alcalde y la diputada aragonesa existió. Allí sólo se canteaban los muy valientes. No sólo había paredones y cárceles, sino que a las madres les quitaban sus hijos recién nacidos y las despojadas familias callaban sus sospechas por miedo. Allí se podía hacer cualquier cosa. No era preciso contemporizar ni disimular ni andarse con chiquitas.
Para que la actual opinión pública española digiera un ajuste cada día (el de ayer, diez mil millones en Sanidad y Educación) los jefes habrán de hacer algo más que emitir notas desde Moncloa (¿no tiene lengua el presidente Rajoy) y amenazar con la intervención. Por eso escuchamos atrocidades, por eso los dinosaurios tiranos aún existen y llevan solideo. Su siniestra voz viene del pasado pero apunta al futuro.
JOSÉ LUIS Trasobares 10/04/2012
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