Llegamos al 23 de Abril a trancas y barrancas, recortados, ajustados y
con el Estado de las Autonomías puesto en cuestión. Qué cosas.
Empezamos el siglo XXI en pleno arranque de euforia y creatividad
territorial y doce años después estamos descangallados y dispuestos a
volver sobre nuestros pasos camino del centralismo, del autoritarismo,
del acojone, de la idiotez. Oigo a los comunicadores orgánicos de la
extrema derecha y capto en ellos el mismo discurso patriotero y
reaccionario de sus homólogos de hace cien años, cuando nos llevaron a
Marruecos para reconstruir el Imperio tras el Desastre del 98 mientras
clamaban contra la izquierda social o cualquier cosa que oliese a
modernización y progreso.
Treinta años después de su primer Estatuto, Aragón amanece dubitativo y sin un horizonte estratégico (por mucho que diga Biel).
Pero ése un pecado original que hemos acarreado durante tres decenios
ocultándolo con una polvareda de escenificaciones, inversiones
discutibles, gastos absurdos y ocurrencias destinadas a inflar la
realidad percibida (los tierranoblenses somos muy sugestionables). Aun
así, a pesar de las mamarrachadas que todavía arrastramos como un lastre
insoslayable, nuestros jefes nunca llegaron al extremo de los de otras
comunidades donde la política de escaparate no ha dejado títere con
cabeza.
Digan lo que digan los simplistas, la triste situación
actual no es consecuencia de la descentralización. La burbuja
inmobiliaria, los delirios especulativos y la demencial eclosión de las
infraestructuras se hubiera producido igual (de hecho se ha producido)
bajo cualquier tipo de poder centrípeto. Líneas de alta velocidad sin
sentido, aeropuertos peatonales, autovías absurdas, pantanos inútiles,
artefactos militares, subvenciones atroces... de nada de ello se han
privado los sucesivos gobiernos de España-España. Para salirse del
tiesto no han hecho falta autonomías, aunque éstas tampoco se hayan
privado (por supuesto) de excesos y mamoneos.
Esto no es lo que
fue. A San Jorge no le queda ya ni el dragón. Los aragoneses, perplejos,
nos preguntamos qué ha pasado. Nada especial, amigos, sólo somos el
promedio exacto de España.
JOSÉ LUIS Trasobares 23/04/2012
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