Volvemos a los Sesenta, a los felices Sesenta. Viajamos a un
futuro inverso de mediavueltaaa ¡arrr! porque allí, en el pasado
perfecto, todo estaba en su sitio, el orden natural de las cosas
funcionaba solo, la jerarquía ejercía sin contestación alguna, había
santo temor de Dios y el que no estaba contento o no tenía ni para comer
podía liarse una maleta de cartón e irse a currar de machaca en
Alemania. En aquella época cristalizaron los paradigmas de la España
conservadora porque el orden público y los negocios privados iban de
carril y casi no era preciso imponerlos a tiro limpio (lo cual, además
de desagradable, siempre fue peligroso en este país de rebeldes e
incendiarios).
Tal vez por eso los Sesenta dejaron huella y hoy atraen el imaginario de la derecha. Los sesentistas
añoran las aulas con más de cincuenta alumnos, la sanidad de pago, el
tráfico de recién nacidos, las hostias que te daban en el cole, los
toqueteos de los frailes, la caridad, las sotanas, la censura, la
prohibición de libros y películas inmorales, la incultura
institucional, el Sindicato Vertical, las devaluaciones de la peseta, la
Brigada de Investigación Político-Social... El ministro Wert ha advertido que si los hijos de los trabajadores quieren becas tendrán que sacar algo más que aprobado pelado. ¿Lo ven?
Mejor aún. Haremos más pantanos. Levantaremos los raíles de los tranvías. Reeditaremos los discos de Manolo Escobar.
Se llenarán de nuevo las plazas de toros. Estará prohibido reunirse y
asociarse salvo con permiso y bajo control de la autoridad competente.
Los detenidos serán sometidos a los hábiles interrogatorios
propios de un Estado que sabe hacerse respetar. Volverá a permitirse
fumar en los locales cerrados. Y ojo con las tontadas, no haya que poner
en vigor aquella bendita Ley de Vagos y Maleantes.
Bueno, quizás
no sea todo tan mecánico. Estamos en siglo XXI, la tecnología hace
milagros y todo es mejorable, incluso los Sesenta. Tal vez no sea
imprescindible que resucite Franco. Bien mirado, con un
tecnócrata que los tenga bien puestos, un ministro del Interior que no
se ande con chiquitas y un director de TVE que esté por la labor...
podremos apañarnos.
JOSÉ LUIS Trasobares 27/04/2012
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