Los aniversarios de la Constitución dan lugar a una enorme diarrea
discursiva sobre la Carta Magna, su pasado, su presente y su futuro. La
fiebre sube un poco más cada año, entre otras cosas porque estamos
metidos en una crisis política tan aguda que los referentes (incluido el
constitucional) se abren por las costuras. Esta vez, mientras los
sondeos sugerían que en el futuro Parlamento puede haber tantos
defensores de la integridad del texto actual como partidarios de
modificarlo y/o ignorarlo, los jefes de la política jugaban al
escondite, hasta el punto de que Rajoy llegó a sugerir que todo será posible con el debido consenso. O sea, ni sí ni no sino todo lo contrario.
A la Constitución le perdimos el poco o mucho respeto que pudiéramos
tenerle el día en que PP y PSOE (esta vez de la manita, es verdad) le
hicieron una reforma exprés para calmar a nuestros acreedores y
garantizarles que cobrarán los abusivos intereses que cargan la deuda
privada y pública aunque tengamos que quitarnos el pan de la boca. A
partir de ese momento, sobraban todas las proclamas a favor del espíritu
del 78. Tampoco cabía rasgarse las vestiduras cuando los nacionalistas
periféricos rompieron la baraja para ir a lo suyo y encandilar a sus
clientelas con alternativas patrioteras. El PSOE, como está en la
oposición, podía ponerse federal y exquisito. Y en cuanto al PP- Bueno,
el PP trata la Constitución con el obsesivo y terrible amor de un marido
maltratador. Todos sus movimientos (desde poner a un conocido militante
suyo al frente del Tribunal Constitucional hasta preparar una Ley de
Orden Público contraria al espíritu antes citado) son manifiestamente
subversivos. La derecha española, especialista en barrenar propuestas
democráticas, campa ahora a sus anchas. Destroza con sus recortes el
catálogo de derechos fundamentales, instrumentaliza el Estado (véanse
las purgas en la Agencia Tributaria y la Brigada Anticorrupción de la
Policía Nacional) y manipula los principios más elementales del Derecho
público. ¿Quién apoya de verdad la actual Constitución del 78 que, según
se dijo y se dice, es de todos? Creo que nadie.
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