El tiroteo de millones entre el Ayuntamiento de Zaragoza y la
concesionaria de los autobuses es sensacional. Cualquier vecino puede
imaginar que los balances económicos de la contrata son un puro
cachondeo, una especie de alegre tiro al euro que por lo visto discurría
discreta y deportivamente pero ahora, al armarse el lío con lo de los
despidos, las huelgas y demás, ha degenerado en escándalo. Es de oír y
no creer: los cálculos municipales dejan a TUZSA-AUZ con un debe de 51
millones, la empresa replica que es la ciudad la que le adeuda 48
kilates. Todo lo cual es apoyado por unos y otros mediante unas cuentas
asombrosas que, por ejemplo, evalúan en cuatro millones por año los
pases de los empleados de la concesionaria, además de meter en un
verdadero laberinto el control de los kilómetros, el número de buses, el
beneficio industrial y el copón de la baraja. Un barullo.
¿Que
hubo en Plaza? ¿Cómo puede ser que cada día aparezcan historias
relacionadas con sobrecostes, pelotazos y mamoneos en ese proyecto de
matriz pública? Si los directivos trincaban, Acciona se las llevó crudas
y Agapito Iglesias disparaba los precios a la estratosfera
(presuntamente, faltaría más)... ¿es que nadie supervisaba aquello?,
¿estaban en la inopia los señores consejeros del Gobierno aragonés que
presidían el consejo de administración?
La ruina de Zaragoza Alta
Velocidad, las tenebrosas contabilidades de otras empresas públicas
aragonesas (ya saben cuales), los aparentes chanchullos de las grandes
constructoras y concesionarias de servicios públicos... Todo nos incita a
pensar que las instituciones han fallado tanto en su nivel político
como, ojo, también en el técnico. Así hemos acabado corroídos por las
(fundadas) sospechas e incapacitados para creer lo que pudieran
contarnos jefes, jefecillos y paniaguados en general (incluyendo los
honorables profesionales al servicio de las administraciones, que por lo
visto ni ven ni oyen ni abren la boca).
¡Ah!, y todo esto pasó y
pasa en Aragón. Guisado y comido sobre el terreno. Perpetramos esas
chapuzas nosotros solitos. Sin ayuda de Madrid.
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