Sí, ya estamos en el futuro que se nos prometió hace diez años. Este
es el Aragón postExpo, el de los circuitos de alta velocidad, las
grandes infraestructuras, los rutilantes proyectos, el nuevo Las Vegas,
la innovación tecnológica, un lugar en el mapa, un océano de
autoestima... Sin embargo, casi nadie podría identificar la actual
realidad con lo prometido en los años del boom. Hemos mejorado,
por supuesto. Se ha invertido mucho dinero, de acuerdo. Pero no estamos
para tirar cohetes. De ninguna forma. El mínimo crecimiento demográfico
de la década anterior vuelve sobre sus pasos. Los datos económicos no
son buenos. En octubre el desplome de la industria, según los datos del
INE, se acentuó una vez más con un descenso del 18,7% de los pedidos
(en el conjunto de España la bajada fue de sólo el 6,9%), y van
cinco caídas mensuales consecutivas. Desciende de manera imparable la
calidad de vida. Y lo más sangrante de todo: muchos de aquellos
proyectos/ideas del reciente pasado son fracasos más o menos
estrepitosos, más o menos disimulados.
Esta semana, el Gobierno de Aragón reveló que Aramón, la empresa semipública
que gestiona la mayoría de las estaciones de esquí, renuncia a ejecutar
la ampliación de Cerler por Castanesa. Bueno, eso no puede sorprender a
nadie y menos a quienes advertimos desde el primer día que la operación
era un desatino absoluto. Pero queda por aclarar algo: ¿cómo pudo
surgir y prosperar tan peregrina ocurrencia? y sobre todo... ¿cuánto ha
costado la broma? Porque Castanesa ya fue objeto hace tiempo de
señalamientos y compras de terrenos con un gasto sin precisar, aunque
sin duda millonario; por no hablar de los estudios previos. De eso nadie
dice nada. Eso sí, el otro proyecto para ampliar dominio esquiable
mediante la unión de Formigal con Astún y Candanchú por Canal Roya,
continúa adelante pese a la clamorosa evidencia de que es tan
irrealizable como el ahora desechado.
Debo decirles que a mí no
me afecta lo más mínimo que me llamen cenizo, pesimista o lo que
quieran. Lo que de verdad siento es tener razón una y otra vez. Porque
eso significa que enormes cantidades de dinero se han perdido sin
remedio en vez de servir para poner en marcha actividades sostenibles y
rentables. Oigo a los responsables del aeródromo de Caudé decir que
están buscando más actividad para la instalación (tres aviones, tres,
han aterrizado hasta ahora), veo cómo se queman los millones en
Motorland sin solución de continuidad, atiendo las informaciones sobre
la presunta corrupción en Plaza... Y me siento obligado a volver sobre
el tema porque, una de dos, o esta Tierra (lo de Noble es coña, ya
saben) reflexiona sobre su situación y rectifica su rumbo, o no
llegaremos a ninguna parte.
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