Desde que existe el instituto armado también denominado la
Benemérita, las más rancias gentes de orden han considerado la Guardia
Civil cosa suya, una especie de instrumento políticomilitar destinado a
mantener las Españas en su sitio: los ricos en la gloria y los pobres
resignados. El fenómeno tuvo sus más y sus menos, por ejemplo cuando, en
julio del 36, centenares de oficiales y números dieron la espalda al
alzamiento, acataron las órdenes de las autoridades legales y llevaron
sus tricornios y sus fusiles a las calles de Barcelona y otras ciudades
para defender al pueblo y a la República. Franco depuró el cuerpo y lo devolvió a la que él consideraba su función natural: culatazo, tentetieso y cada cual en su sitio.
Ahora, cuando los más reaccionarios se ponen bordes, agitan de nuevo el fantasma de su
Guardia Civil. Al actual ministro del Interior, a sus acólitos, así
como al director del benemérito instituto se les llena la boca de honor,
homenaje y patriotismo. Pero lo que hacen realmente es buscarse una
coartada para sus trágicas meteduras de pata y sus mentiras. Como lo que
pasó en Ceuta. Nadie había disparado sobre quienes se ahogaban en el
mar... Luego se reconoció que quizás sí. Ahora se confirma el
lanzamiento de ¡154 balas de gomas! sobre aquellos pobres desgraciados.
"Sin tirar a dar", asegura el correspondiente portavoz oficial mientras
insiste en escudar su lamentable gestión tras la honra del cuerpo,
inmaculada e intocable. Ya.
Hay en la Guardia Civil asociaciones
que se rebelan contra la manipulación conservadora de que es objeto el
instituto. Mas también hay mandos y números que admiten su papel de
brazo armado de la derecha (de la ultraderecha más bien) y creen que
estos tiempos favorecen la sublimación de su imaginario. Por eso el hijo
de Tejero le hizo a su padre el famoso homenaje, convencido sin
duda de que la cosa colaba. Por eso el retoño del golpista ha sido
trasladado del puesto que ocupaba pero sigue siendo teniente coronel de
la Benemérita. Y así quienes hablan y no paran del prestigio y raigambre
del instituto destruyen su credibilidad y su fama.
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