Si la gestión del Salud durante 2011 fue tan desastrosa como asegura
la Cámara de Cuentas, seguro que tal circunstancia será debidamente
utilizada para justificar de alguna manera la destrucción de la sanidad
pública que el actual Gobierno aragonés lleva a cabo bajo la delirante
dirección del consejero Oliván. Estos por aquellos, los unos por los otros, tendremos otra vez lo que podríamos denominar equilibrio del desastre
entre PP y PSOE. En los tres últimos años la derecha española no ha
tenido mejor argumento a la hora de defender sus desbarres que recordar
los desbarres de sus predecesores en el poder. Esta misma semana, en el
Congreso, Rajoy defendió su intención de conducir las próximas
municipales por la senda del pucherazo con una eficaz réplica a los
dardos que le lanzaba al respecto la socialista Soraya Rodríguez:
qué me dice usted, señora mía, si ustedes también llevaron en su
programa lo de que sean alcaldes los más votados (aunque estén en
evidente minoría).
Ese cansino intercambio de golpes (eres por
gürteles, recortes por despilfarros, trucos electorales por oportunismo
pseudodemocrático) tiene por objeto agotar a la ciudadanía, después de
lo cual solo habrá un ganador: la derecha. El PSOE se ató en algún
momento al cansino giro del círculo vicioso y ahora no puede soltarse. O
no quiere. El domingo, la militancia del partido (sin intermediarios)
elegirá al nuevo secretario general. Y tal vez no acuda a votar en masa
porque no espera ya ningún mirlo blanco (Zapatero acabó con los
mirlos) sino un prodigio merced al cual no tenga que seguir oyendo al PP
devolver cualquier crítica con el consabido "y tú más". Qué distinto
sería todo si la atormentada socialdemocracia española no hubiese
ejercido nunca de desidiosa, incompetente, corrupta, desmemoriada, amiga
de las puertas giratorias o entregada a los intereses oligárquicos.
Pero, claro...
El Partido Socialista se juega mucho. Debe decidir
cómo encara el futuro. Si sigue manteniéndose a la par con la derecha,
acabará no ya confundido sino coaligado con ella. Entonces no será ni
más ni menos... ni nada.
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