miércoles, 23 de julio de 2014

Una camilla en las Urgencias del Servet 20140723

Decenas de enfermos aguardaban una cama libre en el Servet de Zaragoza, aparcados durante horas en pasillos y salas de espera. Entre ayes y estertores, médicos y enfermeras trabajaban como podían. Sin perder la concentración, claro. Porque en las Urgencias del primer hospital de agudos aragonés, sacar a flote cada ciclo de 24 horas sin errores ni catástrofes es más que un milagro, es una heroicidad al borde de lo imposible. Podían haber ido susurrándoles a los pacientes pillados en el colapso la gran noticia del día: ¡Agapito cede! ¡Traspasará la mayoría de la SAD Real Zaragoza a los señores de la Fundación! ¡El equipo se ha salvado! A lo mejor se hubiesen puesto buenos del alegrón, y aquí paz y después gloria.


Lo que está pasando en el Salud aragonés es uno de los mayores escándalos habidos en esta bendita Tierra Noble. Esperas, colapsos asistenciales, escasez de recursos, malestar del personal y desesperación de los pacientes y sus familias se han convertido en el fruto de una tenaz tarea sostenida con implacable eficacia por el consejero Oliván y su equipo. Ya no hacen falta epidemias de gripe o golpes de calor para crear situaciones de emergencia; ahora, la emergencia se produce cada día, cada hora, cada minuto. Un exitazo, oigan.


España entera (no solo Aragón) disfruta las consecuencias de una manera de gobernar que deja a un lado los escrúpulos tontos, las sensiblerías y la flojera empática para ir en línea recta a lo que importa: regresar al orden social y económico de toda la vida. Por eso el BBVA pudo ayer comprar Caixa Catalunya (Catalunya Banc) tras haber sido reflotada a costa del contribuyente. Más de 12.000 millones hemos perdido en el trato, a mayor gloria de Narcís Serra (que arruinó la entidad), Luis de Guindos (que llegó al rescate) y Francisco González (que se ha quedado la caja-banco a precio de ganga y encima puede presumir de hacernos un favor). Por eso la hucha de la Seguridad Social ha perdido otros 500 kilates. Por eso nos bombardean con estadísticas sobre nuestros éxitos turísticos. Por eso las urgencias del Servet son un colapso permanente. 

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