Como el Rey actual es más joven que su padre, como también son jóvenes Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Alberto Garzón, además de otras figuras políticas emergentes,
se supone que la renovación, la reinvención, la regeneración o como
prefieran llamar a la cosa es un hecho. Pero no, claro. Ni los más
maduros son todos unos bordes corruptos ni los más jóvenes son todos un
dechado de virtudes. Un líder treintañero formado en el pensamiento
único, inmerso en el sistema desde que entró a las juventudes de su
partido, impulsado por una ambición personalista y fascinado por las
ventajas que el poder otorga puede ser tan desastroso como cualquier
veterano. Además de fachada, labia y conocimientos (imprescindibles,
ojo) hay que tener audacia, ideas positivas y mucha empatía. Rajoy
es una pena de jefe no porque sea cincuentón y además aparente más edad
de la que tiene, sino porque representa los intereses de una minoría
depredadora, codiciosa e inmisericorde.
Para regenerar esto no basta con relevar generacionalmente
a quienes están en el poder o aspiran a estarlo. Hay que meterle mano
al fondo de la cuestión y recuperar la ilusión, la inteligencia y, por
qué no decirlo, la ingenuidad. Supongamos que Podemos se deja llevar por
la soberbia, la prepotencia, el irrealismo y ese punto sectario tan
característico de las izquierdas. Supongamos que los duros de IU juegan a la contra, esperando que pase el vendaval Iglesias y todo vuelva a su sitio. Supongamos que el PSOE se empeña en ser la única alternativa (light)
a la derecha y en que sus votantes volverán... porque no tienen otro
remedio. Supongamos, en fin, que los socialistas insisten en que los
situados a su izquierda son unos demagogos, irresponsables y proclives
al totalitarismo, y que estos, a su vez, se aferran al eslogan PSOE, PP, la misma mierda es.
Pues al final todo se quedará como está o peor, a mayor gloria del PP y
de los otros nacionalistas (los periféricos), enredados a su vez en una
lucha entre sí sin vencedor posible.
Lo cual poco tendrá que ver con la edad de los actores, y sí mucho con el papel que acaben encarnando.
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