El Ejecutivo central ha dispuesto una Ley que llama de Transparencia y Buen Gobierno. Pero la norma se dirige más bien a controlar con mano de hierro el ajuste presupuestario. ¡Oh!, eso está muy bien para evitar despilfarros, pensarán algunos de ustedes. Pero una lectura detenida de las nuevas disposiciones indican que el gasto superfluo y el mamoneo seguirán siendo una práctica impune, siempre que no desborden los límites del déficit. Está bien lo de fijar escalas de sueldos para los munícipes y dar a conocer ésos y otros salarios (lo cual, de todas formas ya se viene haciendo), mas ya sabemos que aquí caben múltiples apaños pues toda institución posee mecanismos anejos para redondear los emolumentos de sus jefes. Recuerden simplemente el pluriempleo que se gastan alcaldes como Juan Alberto Belloch y concejales como Eloy Suárez... ¿O prefieren que hablemos del bote que se lleva María Dolores de Cospedal superponiéndose cargos?
En cuanto al derecho a saber cómo se gestiona la cosa pública, permitan que ponga en duda la aparente voluntad de dar explicaciones. Existen multitud de trucos y trabas destinados a disuadir o confundir a los curiosos, sean ciudadanos normales o periodistas. Justo antes de ponerme a escribir este artículo he sabido las dificultades que han de superar algunos de mis colegas en su misión de investigar las trapalas financieras de Agapito y me he quedado a bolos.
Hecha la Ley, hecha la trampa. La exministra socialista de Economía, Elena Salgado ha burlado el sistema de incompatibilidades con un truco tan simple como trabajar para Endesa... pero en Chile. Y estos días es noticia la lluvia de puestazos (públicos o privados) que les están cayendo a familiares directos de los nuevos prebostes de la derecha empezando por el marido de la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, que tan bien nos alecciona cada viernes sobre la necesidad de que nos apretemos el cinturón (los de siempre, claro). Así que menos lobos con esto de la transparencia. Y dejemos ya de justificar los cachondeos del PP con los del PSOE, o viceversa. Los unos por los otros, esta democracia anda muy pero que muy pachucha. Pobrecica.
JOSÉ LUIS Trasobares 24/03/2012
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