Los argumentos contra la huelga general convocada para el 29 de este mes reproducen letra por letra, palabra por palabra, los que se emplearon en 1917 o a lo largo de los años Veinte, Treinta y Setenta del siglo pasado, cuando la clase trabajadora española hubo de luchar muy duro para ganar sus derechos laborales y políticos. Que si los sindicalistas son unos golfos, que si éste no es el momento, que si no vamos a sacar nada en limpio... Los bienpensantes, las gentes de orden, los medios de comunicación conservadores, los esquiroles vocacionales y los pobres de espíritu que se creen cuanto les cuentan se han aferrado durante decenios a razones de este jaez. A menudo, dichas razones venían respaldadas por el siempre aleccionador garrotazo y tente tieso. Pese a ello, millones de españoles, asalariados por cuenta ajena hicieron huelgas, se manifestaron por las calles, sufrieron y vencieron.
Ahora está a punto de producirse un retroceso que abarca todas las conquistas anteriores, todo lo conseguido por varias generaciones de obreros y empleados. Y si ésta circunstancia no exige de las organizaciones sindicales una convocatoria de huelga general, cabe preguntarse qué clase de cosas habrían de suceder para justificar tal convocatoria. Porque además queda claro que está en marcha un proceso destinado a revisar de arriba abajo el contrato social. Las cúpulas del sistema financiero, las organizaciones patronales y la derecha política comparten una visión transformadora destinada a construir un futuro que recupere el pasado por el procedimiento de borrar un siglo de historia y proclamar después que hemos llegado a un punto sin retorno posible, al final de los tiempos. Lo peor de la reforma laboral que ha puesto en marcha el Gobierno Rajoy es su probable irreversibilidad, que será tanto más determinante cuanto menor sea la respuesta que reciba.
Manifestarse y hacer huelga es en estos momentos la única salida razonable para los trabajadores y el conjunto de las clases medias. No sólo para intentar frenar (ahora o luego) la dichosa reforma, sino para impedir que la destrucción de derechos siga adelante. Lucha o pierde, compañero.
JOSÉ LUIS Trasobares 10/03/2012
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