Llegó la presidenta Rudi a Figueruelas, mostró su egregia faz al final de la cadena de montaje, subió majestuosa al coche once millones, posó ante las cámaras, dicurseó, fuese... y no hubo nada. España, en verdad, es eterna; Aragón, la más famosa. Desde hace tiempo andamos obsesionados con los vericuetos y trucos del capital financiero; la economía real nos la trae floja. La Opel sigue siendo el primer complejo industrial y el vector económico más importante de la Tierra Noble. Mas no es la principal de nuestras preocupaciones. Estamos muy ocupados especulando sobre el incierto futuro del Real Zaragoza, el pavimentado de la plaza del Torico de Teruel, la naturaleza definitiva del futuro hospital público (público ma no troppo, cuidadín) de Alcañiz o esa increíble evidencia de que si no llueve no hay agua (por muy grandes o profundos que sean los jodidos pantanos). Y la Travesía Central del Pirineo, ojo. La TCP, Motorland y el aeródromo de Caudé constituyen el culmen de nuestra mitología contemporánea. Cuántos coches se fabrican o dejan de fabricar en Figueruelas es asunto secundario, un misterio impenetrable.
Dicen los enterados que en estos momentos hay en juego temas económicos esenciales y Aragón ni siquiera está en el tapete. Ibercaja-CAI no las ha olido en la movida Unnim porque nadie (Luisa Fernanda, la que menos) ha dado un toque en Madrid para favorecer el desarrollo de nuestro presunto banco de bandera. Manuel Pizarro, presente desde hace meses (y por arte de magia) en dicha operación, se debe estar impacientando. En los Noventa le tocó tener de partenaire político al bueno de Lanzuela, cuya perspicacia se salía por la tangente; y ahora, para hacer lo que se debe hacer (como diría Rajoy), habría de establecer alguna complicidad con Rudi, quien no quiere ser cómplice, ni complicarse la vida, ni meterse en asuntos complejos. Bastante tiene con cuadrar las cuentas y subir al monte cuando se quema como para, encima, atar los perros con longaniza.
Bien mirado, Pizarro tendría que ser nuestro jefe, presidente o condearanda. Pero él, en vez de ocupar cargos electos, prefiere poseer verdadero poder y ganar verdadera pasta. Qué listo.
JOSÉ LUIS Trasobares 13/03/2012
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