La posmodernidad abre la puerta a una nueva edad de la historia. Al
otro lado del umbral nos esperan los próximos desarrollos internáuticos
que ya transforman la economía, o también increíbles avances en el campo
de la medicina, una fabulosa industria del entretenimiento, el
desarrollo de la inteligencia artificial, sofisticados instrumentos
destinados a proyectar amenazas y controlar a las personas... Será el
que viene un mundo muy complejo, perverso como siempre, vertiginoso y
sin duda extraño para quienes estamos anclados a la Edad Contemporánea,
la de las revoluciones, la irrupción de las masas, el sueño igualitario y
el mito de la libertad y la felicidad instituidas.
Me divierte, a
veces, y también me asusta contemplar el espectáculo. Por ejemplo, ese
anuncio de un banco electrónico y aseguradora que utiliza un doble de Bob Dylan y como sintonía aquella canción, Like a Rolling Stone,
que marcó la transición del compositor y poeta desde la canción
protesta al rock eléctrico. ¡Un banco! ¿Habrán reparado los diseñadores
de la campaña publicitaria en la letra de Como una bala perdida:
"Ahora no hablas en voz tan alta/Ahora no pareces tan orgullosa/Mientras
tienes que estar pidiendo para tu próxima comida (...) ¿Cómo te
sientes?/¿Cómo te sientes al estar sola/Sin una casa/Como una completa
desconocida/Como una piedra rodante?". ¡Una compañía de seguros! Menuda
paradoja. Justo ahora, cuando nada es seguro y el porvenir aparece lleno
de misterios, de brillantes reclamos y de sordas amenazas.
El
Madrid ha ganado la Copa del Rey al Barça, y la cosa se ha cargado de
ecos políticos. Para algunos, el partido ha venido a ser como un símbolo
incruento y festivo del choque entre trenes nacionalistas que se
prepara. Bueno, siempre será mejor sublimar el impulso tribal sobre el
césped de un estadio (y no un estadio cualquiera, sino Mestalla,
reputadísima cueva de Caco), que hacerlo a la ucraniana, con los kalashnikov cargados y las mentiras convertidas en instrumento letal. O a la yugoslava, con un cruel baño de sangre.
El futuro se nos echa encima.
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