Como estamos enfrentados a problemas más urgentes y como llevamos dos
años suficientemente lluviosos, el agua ha dejado de preocuparnos.
Sumen a ello que hay poca pasta y que en Levante está pinchada la
burbuja inmobiliaria. Sin embargo, el PP trabaja para reprogramar el
imaginario hidrológico y neutralizar por fin esa rabia antitrasvasista
que ha sido en los últimos cuarenta años la principal seña de identidad
política de Aragón.
La semana pasada, el ministro Cañete, el que iba a
trasvasar el Ebro "por cojones", vino a Zaragoza en plan bonachón
mientras el PAR le hacía los coros. Hubo los habituales cantos al Pacto
del Agua y quedó remachado un plan que suena a nuevo pero es más viejo
que la pana. Se trata de versionear con alegría ese clásico según el
cual lo importante es que Aragón tenga sus pantanos y sus regadíos. A partir de ahí, y según recoge la última legislación parida por el Gobierno Rajoy, siempre está abierta la posibilidad de que nuestros regantes, dueños de grandísimas concesiones, participen en el mercado del agua. A la postre, en Aragón y toda España, ser acuateniente va a ser en el inmediato futuro y gracias al cambio climático mucho más gracioso y rentable que ser terrateniente. Los canales y las tuberías se presuponen. Cómo no.
Queda la parte sentimental del tema. Porque si en el futuro
hay más trasvases del Ebro (hacia las cuencas levantinas) los únicos que
deben padecer por ello son los catalanes, y a esos separatistas... que
les den. La derecha aragonesa (y la española en general) ya ha mostrado
su desprecio por el caudal ecológico que habría de llegar al Delta.
Presume de haber conseguido un caudal garantizado (a
disposición de las grandes comunidades de regantes). Si llega el caso,
el agua se desviará a partir de los grandes embalses, más allá de
territorio aragonés. A nosotros, plin. Cañete, jaleado por sus cuates,
vende Biscarrués (un desatino que acabará con el desarrollo de la
Galliguera) y el recrecimiento de Yesa (un riesgo cantado que además
costará un Potosí)... incluso Mularroya, desestimada por la Audiencia
Nacional. Éstos, ahora, trabajan a largo plazo.
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