Esta tarde (a las ocho, en Cálamo) he de conversar con Antonio Baños sobre su libro La rebelión catalana,
un provocador argumentario independentista escrito desde posiciones de
izquierdas (o con esa intención). En él se anticipa cómo Cataluña
proclamará su particular república, independizándose de la cosa llamada España. Y cómo luego abrirá su
proceso constituyente, que servirá de ejemplo e inspiración para que
otras naciones ibéricas rompan también con el régimen del 78 y
construyan (próximas pero no revueltas, creo), sus respectivas eutopías.
Ante semejante programa, uno (que además de republicano respeta sin
reservas el derecho a la autodeterminación de los pueblos) casi está por
apuntarse... Si no fuese porque, en lo que a mí respecta, jugar en el
estadio nacionalista no me realiza. Es campo ajeno, el que la derecha
prefiere, allí donde uno acaba enredado en los referentes históricos
(casi siempre descontextualizados), los confusos datos aritméticos de la
solidaridad fiscal, los reproches mutuos y esa extraña
transversalización de intereses que supone decir "nosotros" cuando el
término incluye a gente... muy distinta.
Desde la lucha contra la
desigualdad y la corrupción hasta la adopción de medidas urgentes y
drásticas para frenar el calentamiento global, pasando por el control
del capital financiero o la configuración de una gobernanza universal,
son tareas y objetivos que exigen respuestas supranacionales,
organizaciones políticas y sociales supranacionales y una República
supranacional. Difícil, pero imprescindible. En manos de los mercados y
las grandes corporaciones, Europa se está cuarteando por las costuras de
sus estados. Acelerar la dispersión con propuestas micronacionales,
aunque sea con la mejor intención alternativa, aumentará los recelos
entre pueblos, agudizará los problemas, dará alas a los populismos
(centrípetos y centrífugos)... ¿Por qué, si no, está Rajoy tan a gusto instalado en el rifirrafe con Mas?
¿Por qué no paramos de hablar de soberanías mientras la democracia
pierde calidad por momentos? ¿Por qué el territorio ha de definir la
movilización popular? Ahí me duele.
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