Justo cuando ascendía la estrella del griego Alexis Tsipras (el candidato de la izquierda-izquierda a presidir la Comisión Europea) llega Thomas Piketty, autor del ya mítico libro El Capital en el siglo XXI, y pide el voto para los descoloridos socialdemócratas; o sea, para Martin Schulz.
¡Ooohhh! ¿Se habrá vuelto a quedar el rojerío sin inspiración? Bueno...
Dejemos que pase este lapso euroelectoral, y veamos más tranquilamente
qué da de sí Piketty (del que todo el mundo habla pero al que casi nadie
ha leído) como gran agitador y guía del esclerotizado imaginario
progresista.
A este economista francés se le conoce sobre todo
por las alabanzas que ha cosechado entre los más reputados profesores
del campus (centroizquierdista) de Berkeley. Así sabemos que Piketty
teoriza la malvada naturaleza del capitalismo actual, que transfiere los
beneficios de la economía real a la especulación y promueve una
desigualdad social insoportable. La tesis es más compleja, por supuesto,
pero ya ha sacado de quicio al Tea Party y a los demás
conservadores norteamericanos, cómodamente instalados desde hace lustros
en el pensamiento único, en la adoración sistemática de los mercados y en sus delirios creacionistas y negacionistas (ya saben: el calentamiento global es sólo una perversa invención ecologista).
Ese pensamiento único, al eliminar el debate, adormecer la crítica y
arruinar la vitalidad intelectual característica de Occidente, puede ser
a la postre la más letal enfermedad del capitalismo (financiero) de
nuestros días. Sin contraposición de ideas, sin ruptura de las
estructuras jerárquicas, sin otra creatividad que la destinada a
producir grandes y rápidos beneficios, los personajes del Sistema se
sumen en la autocomplacencia y la pereza mental. Y un día Cañete es incluso incapaz de ganarle un debate a Valenciano (y luego lo arregla saliéndose del tiesto, el infeliz), como Pizarro no supo en su día darle la vuelta a Solbes.
Claro que la izquierda tampoco anda muy fina en lo que se refiere a
pensar y explicar otro futuro posible. Así que será preciso leer a
Piketty. Aunque socialdemocratee.
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