Comprenderán que cuando alguien pontifica (desde planteamientos ortodoxos) sobre el nuevo orden mundial, algunos respondamos con una risa amarga. ¿Orden? Díganme ustedes dónde está.
Veamos la situación que existe ahora mismo en Oriente. Nadie sabe de
dónde ni cómo, en una región totalmente intervenida por ejércitos y
servicios de inteligencia, ha emergido un nuevo poder militar (el Estado
Islámico) que desborda a Al Qaeda y cuyas prácticas criminales nos
dejan espantados. ¿Nadie se percató de lo que iba a ocurrir? ¿Nadie
detectó el nuevo peligro? Así que el citado EI, con decenas de miles de
hombres armados y entrenados, se convirtió en Siria en el principal
oponente del cruel dictador Assad, al que previamente Occidente
pretendía derrocar, y en Irak se puso a la cabeza de los sunníes, tomó
Mosul y se apoderó de grandes cantidades de armamento... que el mismo
Occidente había entregado al gobierno iraquí (gobierno elegido tras la invasión de 2003, controlado por chiíes pero que que ¡tampoco era de fiar!).
Un lío, sí. Y justo allí donde íbamos (los occidentales) a imponer la
democracia. Ahora, EEUU (que pensó en bombardear a las tropas del
malvado Assad) bombardea en Siria al EI, lo que de rebote beneficia al
dictador. También hay ataques sobre objetivos yihadistas en Irak. En uno
y otro país, los kurdos se han convertido en los aliados más
fiables. Pero, claro, los kurdos son un riesgo para Turquía (un país
que, al fin y al cabo, pertenece a la OTAN). Henos aquí, pues, con que
el PKK, la organización de los kurdos turcos, que está clasificada como terrorista
por EEUU y la UE, ha pasado a ser una pieza clave en el combate contra
el EI (que es más terrorista aún, ¿no?). Sin embargo, desde Ankara no se
fían. ¿Quién podría fiarse de quién? ¡Ah!, y no nos olvidemos del Irán
chií. Antes era el diablo, hoy es casi un ángel.
En
medio de este horrendo laberinto, cientos de miles de inocentes han
muerto y otros millones han abandonado sus hogares y malviven en
condiciones terribles. A la zona llegan las armas, pero no la ayuda
humanitaria. Es el desorden definitivo.
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