viernes, 5 de septiembre de 2014

Exabruptos y reflexiones acerca del 'caso Pujol' 20140905

Dije aquí que las cuitas fiscales de Jordi Pujol y su familia demostraban la españolidad intrínseca del expresidente. Porque Cataluña no es una excepción en este circo político e institucional de las Españas sino parte de la regla. Todo lo que pueda pasar en Madrid, Andalucía, Valencia o Aragón ocurre allí. El caso Pujol y la evidente existencia de mecanismos destinados a financiar ilegalmente a CiU se corresponde, detalle por detalle, al caso Gürtel, a la movida de Bárcenas y la no menos ilegal financiación del PP, al saqueo de los fondos públicos andaluces a cargo de dirigentes del PSOE y de los sindicatos o a cualquiera de las tropelías que todos sabemos. No existe una maldición específicamente catalana o castellana. En todos los calderos hispánicos cuecen las mismas habas. Por encima de identidades y soberanismos flotan los recortes, el saqueo de los más por los menos y esa cabronada que denominamos corrupción.

Según algunos, los Pujol-Ferrusola cometieron sus presuntas fechorías tolerados y amparados por sus amigos de Madrid. Así pretenden argumentar que el tinglado andorrano de la codiciosa familia es ajeno a Cataluña y a su republicana esencia nacional. Bueno... Nadie en su sano juicio puede negar que al exhonorable se le dejó hacer porque tanto González como Aznar necesitaron el apoyo de CiU para gobernar. Y por la misma regla de tres, es evidente que la tolerancia se acabó justo cuando Mas y los demás se fueron lanzando con el tema de la consulta. Sin embargo no es menos cierto que Jordi Pujol fue presidente electo de la Generalitat durante veintitrés años, creó el nuevo nacionalismo catalán, gobernó, medró y se benefició de un enorme respeto social y mediático. Por eso, cuando le cayó algún chuzo de punta (por lo de Banca Catalana) pudo envolverse en la senyera y dictar lecciones de ética en nombre de su nación y su pueblo. En Barcelona no eran pocos los que sabían mucho, aunque callaban. Fuese por miedo, interés... o patriotismo.

La corrupción no vale como munición para los nacionalistas, sean centrífugos o centrípetos. Porque es un problema transversal. De todos.


JLT  05/09/2014

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