A fuerza de enfrentarnos
diariamente con las más inauditas tropelías, acabaremos pensando que lo
habitual es normal y que, siendo así, podemos tragarnos sin pestañear
cualquier cosa que tengan a bien hacernos quienes mandan (por delante y
por detrás, quiero decir desde las instituciones o desde los
entrebastidores del poder fáctico). Ahora resulta que el Gobierno de
Aragón ha cerrado caja a primeros de octubre. Todo un trimestre en
blanco, a ver si así cuadran las cuentas y se cumple el objetivo de
déficit. Lo cual equivale a reconocer que los presupuestos aprobados por
las Cortes son papel mojado, que la contabilidad oficial se hace
contando con ingresos inexistentes, que las facturas seguirán
acumulándose en los cajones y que, en suma, el ejercicio anual queda
reducido a nueve meses. Bueno... el de 2013 se quedó en diez, por lo
cual cabe deducir que el del año próximo no pasará de ocho. Aunque en el
2015 hay elecciones, así que ya veremos.
Aragón está en punto muerto. Ni frío ni calor: cero grados. Impávida, indescifrable e incomunicada con la realidad, Luisa Fernanda Rudi
hace lo que mejor sabe hacer, que es... no hacer nada. Por eso lo de
cerrar caja antes del Pilar no ha merecido por su parte sino una breve
declaración sobre la marcha. Casi es mucho, porque la presidenta tiene
por costumbre no referirse en público a nada de lo que pueda afectar a
la ciudadanía. Su ausencia sistemática se ha convertido también en algo
normal. Imagino que nadie se ha encarado con ella para explicarle cómo
están las cosas extramuros del Pignatelli.
Cunde el desconcierto no ya entre las mareas,
los sindicatos, la gente del común y los demás desgraciados. También el
empresariado está que trina. No se lo dirán a la doña, pero los agentes económicos
creen que Aragón está absolutamente desgobernado, que no hay iniciativa
política, que nos hemos parado en seco y damos encefalograma plano. La
inversión pública es casi inexistente. La Universidad boquea como pez
fuera del agua. Los servicios básicos marchan cuesta abajo hacia no se
sabe dónde. No hay dinero suficiente para socorrer a los más necesitados
ni para becas ni para nada. Con Madrid, por supuesto, no cabe
contar. Si algo caracteriza al PP aragonés es su sumisión a los mandos
superiores. Además, bastante liado anda el bueno de Rajoy con lo del ébola y lo de Cataluña para echarle más problemas encima de la mesa.
El miedo a que Montoro vuelva a tirarles de las orejas por no cuadrar las cuentas según el protocolo
de la austeridad, ha llevado a Rudi y sus consejeros a suspender los
pagos "no previstos". Pues vale. Ellos quedarán bien con sus jefes. Pero
esto se ha convertido, la verdad, en un puro cachondeo. Contable, se
entiende.
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