A la inmensa mayoría de los ciudadanos no les conmueven ya
las comparecencias de los jefes pidiendo perdón. El papelito que leyó Rajoy en el Senado solo convenció a los fans más entregados. Antes, Aguirre
había mentido descaradamente en su acto de contricción (dijo no conocer
a unos alcaldes a quienes jaleaba y abrazaba, con quienes compartía
mesa navideña y a los que nominó personalmente). Las excusas no cuelan.
Ni siquiera las expulsiones sobre la marcha. Aquí solo cabe una catarsis
que renueve por completo la nómina de políticos, sindicalistas y
empresarios emblemáticos, y un ejercicio de transparencia absoluta que
permita el acceso inmediato a los expedientes y decisiones que se toman
en las instituciones.
Vivimos en un país marcado por la
pervivencia de patologías sociales y políticas que provienen de nuestro
turbio pasado. De alguna manera tendremos que quitárnoslas de encima. El
PSOE ni pudo ni supo ni quiso. El conjunto de las organizaciones
implicadas de alguna forma en eso que llamamos el poder degeneraron en
sectas regidas por el autoritarismo de los dirigentes, los mecanismos de
cooptación y la lucha entre familias. No solo los partidos. ¿Cómo se
explican, si no, los escándalos protagonizados por altos dirigentes de
las patronales, siempre arropados por sus pares? ¿Y qué me dicen de las
sindicatos, cuyos secretarios generales siguen impertérritos pilotando
la travesía entre las corruptelas, el descrédito y la ruina?
Tiene que llover a cántaros. Un diluvio. No solo en Madrid, no solo en
Barcelona, no solo en Valencia o Sevilla. También aquí. Es impresentable
que anteayer mismo compareciese ante las Cortes el consejero delegado
de la Corporación de las empresas públicas aragonesas sin detallar las
cuentas, sin aportar documentación, sin bucear en el agujero, sin
despejar los trampantojos contables (las sociedades pierden cien
millones cada año, pero además drenan los presupuestos de la DGA por muy
diversos medios). Todos esos pormenores deberían estar a disposición de
los diputados... o de cualquier aragonés interesado.
Ya vendrán las elecciones, ya.
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