El ministro Montoro, ese genio de las finanzas
públicas, presentó los presupuestos generales del Estado con cara muy
seria. Claro, él ya sabía lo que había que saber incluso antes de que lo
supiera la vicepresidenta Santamaría, cuyas displicentes
sonrisitas indican que siempre está al cabo de la calle. En el discurso
sólo se detecta una duda: si 2015 será el año de la recuperación... o el
de la consolidación de la recuperación. Bueno, lo único seguro
es que será año electoral y el PP confía en aguantar hasta las generales
vendiendo la salida de la crisis. Por eso los presupuestos que digo son
un zarrio pintado de purpurina. Disfrazarlos es fácil, porque los
indicadores positivos de las cuentas públicas han bajado tanto en los
últimos años y los negativos han subido de tal manera, que cualquier
ligerísima fluctuación a mejor en uno u otro aspecto luce barbaridad
expresada en porcentajes. Humo de pajas. Es como si ustedes y yo estamos
a treinta bajo cero y de repente viene alguien a anunciarnos jubiloso
que la temperatura va a subir... ¡un par de grados! Seguiremos bien
jodidos de frío. Pues ahí nos duele.
No creo que el
Gobierno central y sus terminales en las autonomías consigan venderle la
burra de la recuperación a casi nadie, salvo a sus más fervorosos
adeptos. Los agoreros vienen anunciando una segunda o tercera
recesión en Europa, que aquí no sería ni segunda ni tercera porque jamás
hemos salido del barro. A la chita callando, el Instituto Nacional de
Estadística (INE) acaba de revisar, a la baja, los PIBs del 2010 y el
2011, con lo cual desaparece por completo la ilusión de aquellos brotes verdes.
El crecimiento de este año, aun metiendo el monto estimado de las
actividades ilegales, es otro espejismo que sin duda habrá que corregir
allá por el 2018, si para entonces estamos aún activos y no nos hemos
congelado. Es decir, estamos en la misma recesión que empezó en el 2007,
la de siempre, la guay.
Así que a los presupuestos pueden ponerles un lacito rosa y calcularlos sobre un crecimiento de dos puntos y el rollo de la consolidación. Son papel mojado. Eso incluso Montoro lo sabe. Y no digamos doña Soraya.
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