Esta campaña puede ser vista de dos maneras: como un mero trámite,
previamente desactivado y convertido en mero espectáculo audiovisual
(para contento de Rajoy, que ha administrado su desidia
política hasta convertirla en norma de cumplimiento general)... o el
arranque de una época de cambios y nuevos paradigmas que abarcan el
proceso electoral, la comunicación del mismo y la naturaleza de los
debates. El primer enfoque explicaría la supuesta superficialidad de la
actitud y el discurso de los candidatos; el segundo obligaría a entender
que dicha actitud y dicho discurso cada vez tienen menos que ver con
los que fueron habituales en otros momentos del pasado reciente. Pero
sea o no frívolo el carrusel televisivo, no deja de tener consecuencias
transcendentes. Bastó que Rivera enviase al debate a nueve
de TVE a su tercera candidata para el Congreso por Madrid, para que
ésta se liase de malas maneras con un tema tan sensible como la
violencia machista. El líder de C's se vio obligado a dar explicaciones
al respecto. Estaba cantado. El nuevo partido es unipersonal, carece de banquillo y, como ironiza Soraya Sáenz de Santamaría, más valdrá que el jefe Albert "no coja la gripe", porque la cosa podría ser trágica.
Basta ir a un mitin de Ciudadanos para comprobar que la inmensa
mayoría de los asistentes no conocen a los candidatos de su provincia ni
a otros dirigentes del partido. Rivera es el único referente, una
figura-síntesis cuyas intervenciones son más emocionales que concretas
(aunque siempre presume de tener un programa tasado y calculado al
céntimo). A su alrededor, además de los asesores técnicos, se arremolina
una amalgama de gente llegada de otras formaciones (ayer mismo se pasó a
su bando la eurodiputada de UPD Teresa Gómez Barbat, quien a su vez sustituía desde hace sólo quince días a Fernando Maura, que también se fue a C's para ser candidato al Congreso).
El propio Rivera confesó ayer con evidente ingenuidad que, si
gobierna, incluirá en su Ejecutivo a ministros de la órbita del PP y el
PSOE. En boca de tan destacado representante de la nueva política, tal afirmación provocó más de una sonrisa. Como sonreía Errejón, encantado, durante el ya citado debate en TVE.
Si Ciudadanos va quedando atrapado (relativamente, claro) en una campaña llena de vaivenes y regates en corto, Pedro Sánchez, el líder socialista, intenta mentalizarse para acelerar en la llegada a meta. Ayer, mano a mano con Zapatero,
asentía mientras el expresidente aseguraba en Gijón que "la
denominación de origen del socialismo es del PSOE". Pero el momento
clave le va a llegar el lunes, cuando se enfrente a su habitual
adversario conservador en el cara a cara de TVE, que emitirán también
otras televisiones. Ahí se supone que quemará sus últimos cartuchos
entrando a matar desde el primer momento. Entre tanto, ni Rajoy ni Iglesias, su principal amenaza por la izquierda (con permiso de Garzón,
se entiende), le están atacando demasiado. Aquél porque quiere
despegarse del resto, mientras administra el anuncio de nuevas medidas
económicas y fiscales (eximirá de IRPF a los jubilados que sigan
trabajando y, durante el primer año, a quienes consigan su primer
empleo). Todavía se guarda más en la manga. ¿Cómo piensa combinar tales
ofertas con el sostenimiento de los servicios, el mantenimiento del
sistema público de pensiones y la reducción del déficit público y de la
inmensa deuda? Ése es el misterio. Las inconsecuencias no son patrimonio
exclusivo de los nuevos, los showmen, como les llamó ayer Cospedal.
UPD clama contra el transfuguismo que merma sin cesar sus
filas en beneficio de Ciudadanos. Unidad Popular-IU intenta buscar
hueco, distanciándose de Podemos en lo que definen como un ejercicio de
coherencia con su programa y su trayectoria de izquierdas (muy bien
plasmada en el no menos emotivo spot que protagoniza Alberto Garzón). A su vez, el abigarrado podemismo mantiene su impulso movilizador (Iglesias y los suyos reventaron ayer en la Universidad de La Laguna, en Canarias). En esta ocasión, de la mano de Ada Colau,
sí están marcando la agenda de la campaña en Cataluña (al contrario de
lo que pasó en las autonómicas, donde se quedaron sin sitio). Ya
anuncian que quieren llevar a la alcaldesa de Barcelona a su mitin
central de Madrid.
Hoy, por una de esas coincidencias habituales en las campañas
electorales, Rajoy, Rivera e Iglesias estarán a la vez en tierras
alicantinas (ayer, el del PP y el de Podemos mitinearon casi
simultáneamente en Gran Canaria). Sánchez recorrerá varias provincias.
Esto no para.
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