Al día siguiente de firmarse el acuerdo entre PSOE y C's, El Mundo proclamaba que su contenido podía ser asumido casi en su totalidad por el PP, pero ABC y La Razón lo criticaban por considerarlo cien por cien socialdemócrata. En eso, casi coincidían con El País.
Yo he leído y releído el documento y lo he encontrado tan inconcreto,
tan repleto de polisemias y tan evasivo que no sería capaz de ubicarlo
en la tradicional geometría ideológica. Ni frío ni calor... cero grados.
Nunca habíamos asistido a un espectáculo político tan desconcertante.
¿Cómo clasificar un pacto donde se propone que el miserable salario
mínimo suba al menos el uno por ciento? El "al menos" quiere endulzar el
trago, pero el 1%, la oferta en firme, son seis desgraciados euros al
mes. Una broma. Como la consulta a las bases del PSOE. Sin debates
previos y con una pregunta inespecífica, el alarde participativo de Pedro Sánchez
producirá una notable abstención por parte de los 200.000 militantes y
una no menos significativa división de opiniones. Ojo con el resultado
de este referéndum sobre la figura del secretario general.
Mientras, Mariano Rajoy
flipa. En todo y por todo. Quería y quiere que alguien le ponga al PSOE
(y por supuesto a Ciudadanos) al alcance de la mano, gratis y sin que
él tenga que levantarse del sillón. Está tan en Babia, que sus últimos
discursos y declaraciones parecen los de un marciano colocado. Y los
escándalos, que no le dejan tranquilo ni un minuto. Y el partido, que se
le divide (pero con mucho disimulo). Y los de la UE, que se
impacientan. Y la economía, que cruje...
Luego está Podemos. El
villano de esta película. Aún no está claro si su abrupta aproximación
inicial al PSOE tenía por objeto aupar un gobierno de izquierdas a la valenciana... o forzar a los socialistas a irse a la gran coalición espantados por tanta soberbia. Esto último, no nos engañemos es lo que mejor les cuadra a Iglesias y Errejón:
que los otros se quemen aplicando los recortes exigidos por Bruselas,
mientras ellos se convierten en la principal fuerza de la oposición.
Qué precampaña más retorcida.
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