Supongo que ayer los conductores de los buses zaragozanos se darían
cuenta de que el vecindario ya no soporta más el pulso que se están
echando con la empresa. Un pulso legítimo en principio, porque AUZSA,
cuya dirección ni cumple sus compromisos ni actúa con responsabilidad,
ha puesto a su plantilla en el disparadero. Y porque la huelga es un
derecho de los trabajadores. Pero un pulso, sin embargo, que está
desbordando todos los límites, causando graves perjuicios y alterando la
vida de una ciudad de 700.000 habitantes. Sesenta y cinco días de
huelga son demasiado.
En la trastienda de este conflicto se mueve
el deseo de los autobuseros, dirigidos por el CUP (Colectivo Unitario
de Trabajadores) y ahora también por Somos (sindicato próximo a
Podemos), de que el transporte colectivo de Zaragoza acabe
municipalizado. Un objetivo a medio plazo (ahora no es factible) que
parece razonable, pues AUZSA (antes TUZSA) no cumple. Esta empresa
(objeto de ventas especulativas al hilo de la contrata) está ahí para
exprimir a los zaragozanos con el menor coste y el máximo beneficio. En
cuanto a sus empleados...
Si los conductores de los buses y el
resto del personal aspiran a depender directamente del ayuntamiento, lo
menos que pueden hacer es demostrar alguna vocación de servicio público.
Si no, integrarlos más adelante en la plantilla municipal sería suicida
(ya hay en ella otros colectivos, con sus correspondientes sindicatos
específicos, que son casi ingobernables). La chantajista indiferencia de
CUP y Somos ante los perjuicios que causa la huelga, esa total ausencia
de empatía social, resultan de lo más elocuente. Como lo es la forma en
que estos sindicatos (presuntamente de izquierdas) están hundiendo el
crédito de ZeC, para gozo de la derecha local.
El ayuntamiento,
que con el dinero de todos paga a AUZSA y a su personal, tiene que
imponerse. Si la contrata no funciona, por lo que sea, habrá que ver la
manera de exigirle un riguroso cumplimiento. Por encima de la dirección y
del comité... que son tal para cual. Que se vayan a un solar y midan su
encono como gusten.
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