Zaragoza en Común y su jefe de filas, el alcalde Pedro Santisteve,
tenían la obligación de ponerse al día deprisa y salir de su específico
y minoritario planeta político y cultural para integrarse en el gran
espacio de la mayoría social, que es plural, variopinta y se aferra a
unos intereses tan sencillos como razonables. Pero pasaron los cien
días, pasaron los seis primeros meses y el equipo que gobierna el
ayuntamiento cesaraugustano todavía no parece haber acabado su
aprendizaje. No sé yo si el vecindario va a tener la suficiente
paciencia. Santisteve tiene un problema muy serio: su gestión corre el
riesgo de encallar en los bajíos de las decisiones sin sentido, la
ausencia de un programa estratégico y la incomunicación con quienes
precisamente le votaron a él y su lista. La huelga de autobuses le ha
puesto contra las cuerdas.
El transporte colectivo en esta ciudad exige desde hace tiempo una
solución a medio y largo plazo. La empresa concesionaria ha demostrado
mil veces su falta de idoneidad. Ni presta buen servicio, ni cumple a
rajatabla con su contrata. Y para colmo viene siendo escenario de
constantes conflictos laborales que repercuten sobre todos los vecinos
causándoles serios perjuicios. Es probable que la mejor alternativa sea
municipalizar los autobuses. Pero eso habrá de estudiarse muy
detenidamente. No solo en relación con su viabilidad económica, sino
también en cuanto a otras implicaciones de la apuesta. Por ejemplo la
consecuencia de convertir en empleados municipales a la actual plantilla
de AUZSA.
Pero estamos en lo que estamos, y mientras se busca una solución
estratégica es preciso poner fin a la actual huelga. ¿Cómo? Presionando a
ambas partes sin contemplaciones. La empresa debe ser obligada a
cumplir los pactos con su plantilla y sometida a una vigilancia
implacable por parte del propio ayuntamiento: horarios, kilometrajes,
estado de los buses (alguno de los cuales se cae literalmente a
pedazos), cumplimiento de las normas de circulación... Y a sancionar lo
que corresponda. Sin contemplaciones. Pero los trabajadores, su comité y
los sindicatos CUT (disculpen si alguna vez lo llamo CUP, en un lapsus
linguae que no deja de tener su lógica) o Somos también deben ser
llamados al orden. Aunque les asista la razón y sus reivindicaciones no
sean el disparate que algunos pretenden, no han sabido hacerlo bien.
Tienen en contra a la inmensa mayoría de los zaragozanos y están
disparando de hecho a la línea de flotación de ZeC. Si yo fuera
Santisteve, también les apretaría las tuercas: servicios mínimos mucho
más amplios y la advertencia de que así no van a municipalizarse en la vida. Porque el alcalde se la está jugando. Mientras, la derecha se relame de gusto.
JLT 14/02/2016
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