A ver. ¿Es tan grave que el alcalde de Zaragoza tenga en la casa
consistorial un tubo de gomina pagado por el ayuntamiento (15,90 euros)?
¿O que se compren, a cargo del vecindario (55,60 euros), unas barras de
turrón para endulzarles la guardia a los funcionarios que trabajaron en
Nochebuena? Por no hablar del famoso viaje a Galicia (utilizado como
implacable ariete contra el eje del mal municipal:
Madrid-Zaragoza-Barcelona)... La verdad es que todo esto, analizado con
objetividad y fuera de contexto, es una chorrada evidente y no debería
tener relevancia informativa alguna. Pero si lo contemplamos a la turbia
luz de un país, donde 7.140 personas y personajes han sido detenidos
durante los últimos cuatro años por supuestos delitos de lesa
corrupción, entonces ya no sabe uno qué decir. A mí, particularmente,
tras más de 40 años asomado al ruedo ibérico, me cuesta mucho rasgarme
las vestiduras por la gomina, el turrón y el viaje. Si acaso, tendría
que calificar de leve torpeza lo del afeite adquirido por orden de Santisteve.
Asimismo habría de recordar a los de Podemos y sus aliados alternativos,
que habiéndose puesto ellos tan puntillosos en materia de sueldos,
gastos y paridas, ahora se ven forzados a probar su propia medicina
(como diría el ministro). Se la administran, por supuesto, quienes han
saqueado España de punta a cabo, algunos medios doctorados en el tráfico
de influencias, un sector de la ciudadanía intoxicado por la
antipolítica y, en general, un sistema sobrado de hipocresía y
necesitado de justificar sus inmensas fechorías.
A ZeC no le van a perdonar ni una. Ya puede hilar fino-finísimo a la
hora de hacer nombramientos, organizar la adjudicación de subvenciones
resolver los concursos de méritos que convoca y manejar el dinero...
aunque se trate de cantidades irrisorias. Están obligados a ello no sólo
porque cien ojos les vigilan con la peor intención, sino para ser
coherentes con lo que predican e intentar darle la vuelta a este país
tan espeso y embarrado, donde todos somos culpables de algo hasta que no
demostremos nuestra inocencia. Y aun así.
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