No esperen ustedes que la política llegue a tener fundamentos
precisos o siquiera lógicos. Las ciencias puras y duras pueden ofrecer
prodigios, como la absoluta exactitud de Einstein al calcular
teóricamente las mismas ondas gravitacionales que decenios después han
quedado probadas de manera fehaciente. Pero las ciencias sociales son
otra cosa... más subjetiva, menos previsible.
El otro día, inaugurando FIMA, el presidente del Gobierno aragonés, Javier Lambán, defendió "con uñas y dientes" el Plan Hidrológico del Ebro. Y coincidió al cien por cien con la ministra Isabel García Tejerina. Si llega a estar ahí Rajoy
para certificar el acuerdo explícito hubiese dicho: ¡Véis como sí es
posible el entendimiento entre PP y PSOE! Porque además, al adoptar los
postulados hidrológicos de la derecha (o viceversa), el actual baranda
de Aragón se enfrenta directamente a Podemos, con cuyos votos llegó al
trono del Pignatelli, y a CHA, que no solo le votó sino que además está
en su Gabinete. Es más, Lambán ha entrado en colisión con sus compañeros
del PSC, que también se oponen al plan en cuestión.
En teoría, la supuesta ordenación
del Ebro gusta en Aragón a conservadores (del PP y del PAR) y
socialistas porque incluye la famosa reserva de 6.550 hectómetros
cúbicos, que viene a ser como si algún artículo del Estatuto dijese que
todos los de la Tierra Noble vamos a medir 1,80 y gozar de un cociente
intelectual de 190. Hombre... habrá años que las lluvias permitirán
disponer de aquellos hectómetros y habrá aragoneses que serán altos,
guapos e inteligentes, pero ni el agua ni la percha y el cerebro pueden
ser garantizados para siempre y a todos. Eso es un cuento para
encandilar a los crédulos.
Pero lo que realmente les pone a los
que están en el negocio del agua es mucho más simple: con el nuevo plan
(el que tanto gusta a Lambán y a Tejerina), las concesiones se refuerzan
y los caudales atribuidos a quienes corresponda (regantes y eléctricas,
sobre todo) podrán ser objeto de compraventa sin las anteriores
habituales. Dinerito, amigos. Lo de siempre.
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