El Parque del Agua fue uno más de aquellos grandes proyectos públicos
destinados a ser explotados por empresas privadas. Hubo un tiempo en el
que Zaragoza y Aragón entero quedaron inundados de autoestima y
política de escaparate (con PSOE, PP y el PAR hinchando alegremente la
burbuja), a base de montar cosas que exigieron enormes
inversiones a costa del contribuyente. Ahora, cuando pintan bastos, cada
una de esas ocurrencias se abre por las costuras, y si sus creadores no
siguen ahí metiendo pasta (de la de todos, claro), tapando los agujeros
y disimulando el merdé a base de comunicación positiva...
pues la chapuza sale a la luz, el personal conoce al fin los auténticos
datos y todo se derrumba. Por supuesto, la ciudadanía sigue ejerciendo
de pagana, porque es preciso compensar pérdidas, pagar indemnizaciones a
las concesionarias o vayan ustedes a saber qué.
La Expo pudo ser
una buena idea, y de hecho ofrecía la posibilidad de desarrollar un
nuevo modelo más actual, más impactante y más barato. Pero se optó por
recuperar la onda de Sevilla'92 y la del posterior Forum de Barcelona,
dos magníficos desastres. El diseño del evento se cargó de ideas
absurdas y propuestas incoherentes. No se hizo ninguna previsión
razonable respecto de cuál sería, tras la megaverbena, el destino de sus
amplias y costosísimas instalaciones. Los edificios emblemáticos se
convirtieron en descomunales monumentos al sobrecoste y la inversión
inútil. Mala concepción... y mal desarrollo. En ese contexto, el plan de
negocios del Parque del Agua (un cuento de la lechera, como los que
también nos contó el Gobierno aragonés en Motorland, Walqa o la
mismísima Plaza) carecía de viabilidad, al igual que el empeño de poner
barquitos en el Ebro. Se advirtió, ¿eh? Pero Belloch, Blasco y los demás negaron la mayor. Ayer mismo, Pérez Anadón, actual portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Zaragoza, seguía en sus trece. Tan pancho, oye.
Conocer la chapuza es el primer paso para intentar resolverla al menor
coste posible. Y que sus autores queden en evidencia. Y que no se vuelva
a repetir. Y que...
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