Vale, reiteraré la naturaleza salvaje, inhumana, despreciable,
asesina y retrógrada del terrorismo, y de la maldita onda
islamofascista, arabocéntrica y demencial que recorre medio mundo
impulsada por desdichados agravios y desencuentros. Reclamaré, si es
menester, la coordinación de los servicios de inteligencia de la UE, la
creación de unidades, archivos y sistemas conjuntos, la formulación de
una única política exterior europea... Pero, por favor, no me digan que
el Estado Islámico o Al Qaeda pueden acabar con nuestro sistema de
libertades y derechos. Porque el yihadismo no aspira a derrotarnos (en
lo militar), y utiliza el terror como instrumento para la propaganda y
la agudización de las contradicciones. Pero además, y he aquí lo
decisivo, no tiene ninguna posibilidad de vencernos. Podrá causarnos
daño y dolor. Sin embargo el poder de Europa y el resto de Occidente
sobrepasa en proporciones casi infinitas la capacidad de los supuestos guerreros de Dios y de quienes les guían.
Francia y Bélgica han sido puestas en jaque por una trama de medio
centenar de dementes, gente conocida por los servicios secretos.
Manejaron explosivos caseros (un peróxido de acetona elaborado con
productos de droguería) y fusiles AK-47 adquiridos en el mercado negro.
Su actividad no debiera haber pasado desapercibida para una policía en
teoría muy profesional, dotada de los más sofisticados medios
tecnológicos.
En lo que respecta al poder militar, el Islam y sus
derivados integristas son un factor geoestratégico secundario. Pueblos
que perdieron el tren de todas las revoluciones industriales y nunca han
sabido fabricar las armas que esgrimen. En su territorio, el Estado
Islámico viaja en camionetas japonesas y dispara fusiles y lanzamisiles
rusos, estadounidenses o chinos. No es capaz de derribar los drones que
le acosan y mucho menos los reactores que le bombardean. Su economía se
asienta sobre el saqueo y el tráfico de personas, drogas o petróleo...
Es el paradigma de una civilización aherrojada desde siglos por la
naturaleza política de sus dogmas religiosos.
(Continuará)
JLT 01/03/2016
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