Recibida por la derecha aragonesa con sonoros llantos y crujir de
dientes, la decisión del Ayuntamiento de Huesca de poner fin a la
presencia institucional de sus integrantes en actos religiosos no es
sino un toque de laicismo perfectamente coherente, razonable... y
normal. Por supuesto, la decisión acordada en la capital altoaragonesa
por el PSOE, Cambiar Huesca y Aragón Sí Puede deja con el culo al aire
al grupo municipal socialista de Zaragoza, que no quiso o no se atrevió a
hacer lo propio. Quizás esta aparente contradicción no es sino la
prueba de que el partido de Sánchez y Lambán es hoy una formación tan plural (y llena de contradicciones) como cualquier otra.
En algún medio se ha contado lo de Huesca con titulares en los que se
decía, literalmente, que a los concejales se les iba a prohibir ir a
misa. Una interesada exageración, claro, porque edilas y ediles sí
podrán participar en el rito que les plazca, pero a título particular.
Esa es la madre del cordero. En este bendito país nuestro la separación
entre Estado e Iglesia se convirtió hace ya demasiado tiempo en una de
las muchas asignaturas pendientes que colgamos (mas bien nos colgaron)
por no haber culminado nunca algún tipo de auténtica revolución liberal
y/o social. El viejo régimen (la mezcla de feudalismo y despotismo
ilustrado destilada por la Restauración el franquismo) se nos quedó
incrustado en las entendederas. Y ahí nuestra Santa Madre estuvo
siempre, empeñada en convertir en ley de obligado cumplimiento sus
dogmas, en llevar su códigos al Penal y al Civil, en traer y llevar bajo
palio a los dictadores, bendecir los cañones, reclamar cárcel para los
pecadores e incluso criticar a los papas más humanistas, como este Francisco de ahora.
Algunos creemos que la separación entre lo ciudadano (asunto colectivo)
y los religioso (asunto individual) es tan necesaria que el Islam, por
no haberla incorporado a su cultura política, está hoy como está. En
España, por suerte, algo se ha ido avanzando, a trancas y barrancas. Por
eso, un poco de laicismo práctico no está mal. Luis Felipe ha cumplido.
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