Existe la duda razonable de si Rajoy maneja los tiempos o está dando un golpe de estado de baja intensidad (como ha dicho el exministro socialista Enrique Barón). Pero eso ya no importa. Ahora el malo de la película es Pedro Sánchez,
a quien han puesto a parir los de derechas porque se fue a lucir camisa
blanca (con manga corta, ojo) en la playa almeriense de Vera. Cinismo
rampante. Después de que Podemos fuese fustigado y cuidadosamente
desacreditado por cualquier poder fáctico digno de tal nombre, el líder
del PSOE ha pasado a ser, de manera automática, el objetivo de esa
hueste cuyos escraches no se zanjan con dos gritos y una pintada
(como hacían los perroflautas), sino con ataques sistemáticos desde los
medios, infamias, invectivas de tertulianos poseídos por la rabia...
Eso, más los golpes bajos de los barones y exfiguras de su propio
partido. O facilita, por responsabilidad, la investidura de un gobierno
conservador, o acabarán deconstruyéndolo hasta que no quede de él más
que el lejano recuerdo de un tipo guapo, alto, que lucía los trajes
entallados como ningún otro político en el mundo entero (salvo Obama, claro).
Sánchez quiere salvarse él y salvar el futuro de un PSOE que no se
puede permitir el bochorno de abrirle la puerta de Moncloa a su
antagonista conservador, aunque sea por pasiva. No sé si le dejarán. Véase, si no, al propio Felipe González echando leña al fuego, jaleando el entreguismo de Rivera,
exhibiéndose cual sumo sacerdote democrático y sin que nadie (¡a ver
esos feroces comentaristas, esos columnistas sin piedad!) le pregunte
por su papel en la obtención de concesiones para la extracción de gas y
crudo en el desgarrado Sudán del Sur: petróleo de sangre. Para colmo de
males, al actual secretario general socialista le ha salido por la
culata el tiro de su anterior pacto nupcial e histórico con Ciudadanos. Su mayor error.
Mientras resiste, la figura de Sánchez gana en interés y potencia.
Algunos siguen convencidos de que, al final, el socialista claudicará.
Lo cual sería desastroso para el conjunto de la izquierda. Porque los escrachadores van a por todas... y a por todos.
JLT 12/08/2016
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