O se le fue la mano, o quiere acabar en unas terceras elecciones
(como ya consiguió provocar las segundas). Envalentonado por la
entregada complicidad de tantos empresarios, intelectuales, periodistas y
celebrities, Mariano Rajoy exigió ayer una presidencia fuerte,
un gobierno de los de mayoría absoluta, una rendición incondicional por
parte de sus adversarios y una legislatura en la que nadie ha de
atreverse a toserle. Por el bien de España, se comprende. Poco más de un
tercio de los diputados, los suyos, se rompían las manos de tanto
aplaudir, mientras los otros dos tercios contemplaban el espectáculo
ligeramente estupefactos, incluidos los de Ciudadanos. El caudillo del
PP abre así la puerta a un debate cuyo arranque ha forzado al límite,
empeñado en que los demás pasen por su aro o se enfrenten a una nueva
cita con las urnas. Porque él tiene por seguro que cada nueva votación
le permite ajustar cuentas con esa desafección popular que le bajó desde
los 187 escaños en el Congreso a los 123 y ahora le mantiene en los
137, que sigue siendo un número inaceptable. Por supuesto, el pacto con
C's se la trae floja.
El mito de un posible gobierno monocolor, estable y duradero (¿cómo,
si estará en clara minoría?), que mantenga al país en la senda de la
recuperación (¿con nuevos recortes?, ¿incrementando aún más la deuda
pública?, ¿dando por perdido el sistema público de pensiones?) y
tranquilice a inversores, socios europeos y ciudadanía (¿a todos al
mismo tiempo?) no carece de éxito, a día de hoy. Tantas veces le han
dicho a la gente que no podemos seguir así, que Rajoy es visto por
algunos como la única solución posible. Por eso el superjefe conservador
reitera que no hay otra solución: o yo o el caos. Lo de siempre.
Queda por ver cómo responden las izquierdas en el debate de hoy.
¿Serán capaces PSOE y Podemos de combinar sus discursos para hacerse
creíbles como alternativa conjunta? ¿Sabrán leer la situación? ¿Lograrán
poner en jaque al empoderado Mariano, esbozando un entendimiento capaz de proyectarse sobre la nueva convocatoria electoral? Ahí está la clave del bloqueo.
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