El mundo ha cambiado. De manera radical. En muy poco tiempo, la revolución conservadora iniciada por Thatcher y Reagan ha cristalizado en la desregulación global, y una nueva edad ahistórica
donde ocurren cosas que nadie había previsto y que tienen trastornadas y
confundidas a muchas personas, incluyendo a la gente culta e
ideologizada de mi generación y adyacentes, que no entiende casi nada.
Nuestros jóvenes, por ejemplo. Criados en la seguridad y el bienestar
de las sociedades europeas construidas por la socialdemocracia, nos han
salido liberales. Progresistas o conservadores, pero liberales. Muchos
de ellos entienden bastante bien conceptos como decrecimiento o economía
de coste marginal cero, y ya comparten bienes y servicios de acuerdo
con los principios distributivos de los algoritmos. Pero no les vayas
con los clichés políticos de la modernidad, que pasan del tema. Lo
bueno, por ejemplo, es que son capaces de entender a la primera que el
gobierno de Rusia es hoy un vector ultraconservador y fascistoide,
mientras sus abuelos todavía miran a Moscú creyendo que allí habita el
espíritu de Octubre. ¡Ja! Putin se tima con Le Pen y coquetea con el monstruoso Trump. ¿Qué podía esperarse del KGB?
La humanidad afronta problemas definitivos, como la posibilidad de
que la Tierra se vuelva inhabitable. ¿Se podrá vivir en Zaragoza durante
el verano dentro de treinta años? Mientras, la superpoblación ha
desmontado ese instinto superviviente de la especie, que ya no ve
necesario el apoyo mutuo para salir adelante. Mis amigos creen que la
desigualdad creciente y el dominio de los monopolios tecnológicos
provocará nuevos estallidos sociales de enormes proporciones. Sin
embargo, urbes y estados se mantienen bastante estables en medio de la
barahunda. México o los propios Estados Unidos son escenarios donde la
máxima riqueza y la absoluta pobreza coexisten, sin verse ni conocerse,
en una atmósfera política indefinible, en medio de la injusticia y la
violencia... Pero sin ruptura alguna del sistema. No digamos Asia... ¡o
África!
Esto no es lo que era.
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