Cuando el sorpasso al PSOE se desvaneció ante sus sorprendidos ojos la noche del 26-J, a Pablo Iglesias
le agarró el bajón. La ciclotimia le puso del revés. Y lo que no tenía
por qué ser sino la crisis adolescente de una plataforma política de
crecimiento ultrarrápido, se convirtió en horrible catástrofe. Luego, el
gran jefe púrpura se hizo humo. En su ausencia, Errejón, el más listo de la clase, se ha quedado en la sala de estudios buscando afanoso la causa del resbalón, y Carolina Bescansa ha sentenciado que su formación es una ilusión que solo funciona mientras el público está... ilusionado.
¿A dónde ha ido Iglesias? He repasado la prensa madrileña, que siempre vigilaba con un ojo implacable y otro irónico al líder alternativo,
pero solo he encontrado análisis especulativos destinados a constatar
que Podemos está fuera del juego político, como si no fuera eso
precisamente lo que ha estado persiguiendo durante el último año toda
entidad o persona con vocación sistémica. Puede que Iglesias,
tras recluirse en su casa (desde donde recomendaba libros y lanzaba
inofensivos tuits), se haya ido (no tirado) al monte. Quizás reflexione
sobre lo mal que se manejó tras el 20-D, cuando montó aquel show de
besos en la boca, ministrables y arrebatos retóricos, sin rentabilizar
la coyuntura; cuando no supo reaccionar con temple y habilidad escénica
al pacto en falso de Pedro Sánchez y Albert Rivera. No
entendió entonces que el electorado que él pretende ganar (hablamos ya
de más de seis millones de votantes) es más exigente, más culto y más
crítico de lo que pudo imaginar el argentino Laclau al teorizar la alternativa populista. Y que su objetivo básico debía ser tumbar a Rajoy, no sorpassear
a Sánchez. Porque la cuestión es muy simple: ni el PSOE ni Podemos van a
poder gobernar España (y sus naciones, regiones, ciudades y pueblos) si
no logran algún tipo de entendimiento. Disputarse el terreno a cara de
perro les perjudica a ambos.
Podemos tendrá que madurar de una vez y quitarse de encima la depre. A
partir de los 30 tacos es obligatorio saber que, en este mundo tan
cabrón, llorar no sirve de nada.
JLT 13/08/2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario