Ya sabemos que en agosto no está la política para grandes maravillas.
Pero como ahora mismo España es un extravagante cotolengo donde Rajoy
hace de su capa un sayo, pues uno tenía la impresión de que este sería
un verano de mentirijillas. Y lo es. Incluso el cambio climático ha dado
tregua. Así, bajo el influjo del bendito cierzo, la Tierra Noble, su
Muy Heroica capital y la Huesca laurentina han producido esta semana
noticias tan chuscas y surreales como suelen. O un poco más. Eso, en lo
que se refiere a las instituciones y su contexto. Porque en la
trastienda siguen ocurriendo cosas mucho más serias, que forman parte de
ese Aragón secreto, cada vez más vasto y más oscuro. Pero hablemos de
lo accesible, lo que sucedió a la vista de todos.
Gran parida: el Gobierno aragonés, integrado por el PSOE (el pastel) y
CHA (la guinda), aprobó sin mayor problema el plan económico del
Ayuntamiento cesaraugustano, que el gobierno municipal (Zaragoza en
Común) había sacado adelante a trancas y barrancas ¡con la oposición de
PSOE y CHA! Parece una broma paradójica. Pero no es sino un
curioso ejemplo de que cómo van las cosas en la Inmortal urbe, donde las
izquierdas se apalean mutuamente mientras los autobuses arden al sol.
Santisteve y sus concejales siguen sin encajar en ese
rompecabezas que son los intereses a medio y largo plazo de las fuerzas
vivas de la ciudad. ZeC no atina a definirse ni a proyectarse como algo
específico. Es impredecible. Lo cual despista al respetable, pero al
tiempo inquieta a quienes llevan decenios moviendo los hilos y haciendo
dinero a orillas del Ebro. Estos últimos personajes se han hecho a la
idea de que el paréntesis alternativo será cosa de un solo
mandato, y pronto volverán las aguas a su cauce. No esperaban, sin
embargo, que los grupos municipales de PSOE y CHA, tras investir al
alcalde, pusieran tanto entusiasmo en segarle la hierba bajo los pies.
Curioso. A este paso los fácticos no necesitarán que Azcón se
desmelene en plenos y ruedas de prensa (con esa vehemencia tan propia de
quien teme pasar de joven promesa a vieja gloria sin haber tocado
chufa).
Luego está el tira y afloja con la presidencia de las Cortes, de donde el socialista Cosculluela,
un señor serio, se fue entre otras cosas para perder de vista a varios
de sus conmilitones. ¿A qué viene tanto lío con ese sillón? ¡Pero si
nunca ha pasado de ser un premio de consolación!
Y de remate la habitual polémica tonta: entrar a misa con banda o sin
banda. La derecha oscense, fiel a la consigna, se pasó por el forro el
protocolo democráticamente aprobado. Aún estamos así, en un país donde
la lógica separación entre las instituciones públicas y la Iglesia
Católica sigue levantando ampollas. Da malagana, oigan.
JLT 14/08/2016
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