Por lo que se escucha, si Mariano Rajoy no puede gobernar no
es porque carezca de apoyo parlamentario suficiente, o no se lo sepa
ganar haciendo concesiones, o afronte el rechazo de muchos electores que
votaron PSOE, Ciudadanos o nacionalista para echarle a él de Moncloa...
No: el único problema es ¡el bloqueo! Y el bloqueo es, a su vez, culpa
de Pedro Sánchez, por no darse la vuelta y apoyar por pasiva a su adversario. La responsabilidad se extiende incluso a Albert Rivera,
aun estando dispuesto a negociar, envainársela y abstenerse "por
responsabilidad". El PP clama contra el dichoso bloqueo, administrando
una situación que algún fino observador ha definido como "la verdadera
nueva política", porque rompe con todas las reglas del juego conocidas
para reinventarlas o mejor todavía dejarlas al albur de lo que convenga a
la derecha (política y fáctica, incluyendo a exsocialistas como Felipe González).
Otra palabra de moda es populismo. En España, dicho término se
vincula en exclusiva a Podemos, de quien se supone una futura praxis
alineada con las teorías de Laclau y los más denostados
experimentos latinoamericanos. Sin embargo, nuestro país ya ha tenido su
propia dosis de populismo de verdad. El régimen clientelar implantado
por el PSOE en Andalucía, por ejemplo, le resultaría muy familiar a
cualquier peronista kichsnerista. La política de escaparate y
expansión urbanística aplicada en la Comunidad Valenciana por el PP, o
el patriotismo del 3% enarbolado por Convergencia en Cataluña poseen
asimismo todas las características que vienen al caso: liderazgos
trucados, demagogia... y corrupción a gran escala. ¿No es populista Esperanza Aguirre? ¿Y Oriol Junqueras?
La izquierda global carece de propuestas y se ha sumido en la
desunión y la depresión. Pero el populismo más poderoso, el que de
verdad da miedo es el de derechas. Y algunos de sus referentes más
exitosos no están en partidos nuevos, raros o frikis, sino en el Republicano de EEUU (Donald Trump) o en el Conservador británico Theresa May). Dos fieras que convierten a Marie Le Pen en una simple amateur.
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